DESDE UN MATRAZ ERLENMEYER / PALABRAS QUE SON EXPERIMENTOS / ERRORES
BIEN HECHOS / EVAPORACIÓN DESCONTROLADA / MEZCLAS ATÓMICAS O NUBES /
BIENVENIDOS AL LABORATORIO DE ESCRITURA CREATIVA.


04 noviembre 2009

18 agosto 2009

07 agosto 2009


El miércoles estaba a punto de llegar cuando una esquina me detuvo. Recuerdos, malditos pero hermosos. Duelen, pero solo por ser recordados.
Yo ya no soy la misma, esa que no creía en un mañana o en un nosotros. La que te hacía esperar incontables minutos ya no está. El aire tampoco es el mismo, ahora nos obliga a bufandas y soledades. Antes, el calor aceleraba corazones, agitaba la respiración. Antes el sol presenciaba caricias, besos, sonrisas.
Parece que fuera ayer, casi puedo tocarte, sentir esos abrazos que me dejaban sin aliento. Tu música, todavía suenan en mis oídos, aunque ya no me pertenezca. El vos que tanto anhelo cambió, ya no sonríe, no besa, no abraza, ya no espera...

Melanie Timpanaro

03 agosto 2009

Texto con 3 palabras

Diana caminaba por la playa, hundiendo las botas en el barro. A cada paso que daba su pie se hundía deslizándose hacia delante, en la arena oscura y terrosa que antecede a las dunas. La noche anterior había llovido, las gotas repiquetearon en la ventana hasta que se durmió.


Hoy estaba nublado, el cielo encapotado cubre el mar: la radio dijo que a la tarde hay tormenta. Hoy no fui a clase. Cuando me desperté y fui a la cocina, mamá hablaba por teléfono. La pava hervía en el fuego, y me acarició sonriendo mientras cortaba. Había llorado. Siempre intenta disimular cuando llora porque no quiere que me ponga mal. Yo me hago la que no me doy cuenta, para que mamá no se ponga peor. Esta vez no. La acerco hacia sí y la abrazó. Ahí le dijo que no fuera al colegio, ¿por qué?, no, no importa.


Salí a caminar y como todavía no empezaron las vacaciones no viene nadie. Fui para la playa, bordeando el bosque, pisando palitos caídos, escuchando cómo se quebraban bajo sus pies. Las dunas se veían antes de cruzar la avenida. El viento soplaba desde el mar, atravesando las piedras, por eso hace tanto frío.


A veces le gustaba desarmar las oraciones diciendo que el mar soplaba desde el viento, atravesando el frío por eso hacía tantas piedras. Santiago le decía que no, que no tenía sentido que hiciera piedras, que hacía frío; que las piedras estaban y listo. ¿Y quién hizo las piedras? Qué se yo… En el campo jugaba con su primo a masticar quinotos, el que escupía antes perdía. Siempre ganaba Santiago.


Siguió caminando, despacio, resbalando. Sintió frío en los dedos, en la punta de la nariz, en el pecho. Un perro pasó trotando delante suyo. Lo siguió con la mirada hasta que lo perdió de vista.


Ignacio

02 agosto 2009

La busqueda de mi excusa

Está el árbol,
la casa presente,
el río también,
la gente va y viene
…el viento…
la flor se quiebra,
(…o no).

Y yo discurro
entre el árbol,
la casa presente,
el río,
la gente…
buscando una excusa
para no verte tanto.

Entonces
la noche llega,
se tiñe de plateado
el río,
el árbol…
…la gente…

Y yo sigo
sentado bajo tierra,
revolviendo gusanos
(tal vez también oraciones)
buscando motivos
para seguir intentando…

…dejarte ausente.
jairo fiorotto

José y su relación con el mundo

Un día en la vida de José no es como un día en la vida de cualquiera de nosotros,
aunque comience igual:

Sonó el despertador con el fastidioso y predecible chillido. Eran las 9 de la mañana y una sonrisa rebotadora se madrugó la cara de José.
- ¡Que lindo despertar con este ruidito! – a José le gustan mucho esas cosas clásicas, por mas molestas que sean-
Se vistió con su traje invisible –el que le tejió un sastre amigo con una tela especial- y salió a la calle, no a comprar, no a vender, salio a salir.
La maravilla de lo cotidiano lo maravilla, camina y se sorprende, pisa una baldosa y agradece a dios que haya estado ahí, sino quien sabe en que provincia China hubiese terminado; otra baldosa y lo mismo… los árboles le conversan, le recitan poesía, ¿Bolaño?... jamás lo sabré. Las hojas caen como haciéndole una reverencia respetuosa, y los gorriones a modo de hinchada de fútbol corean el clásico: “Jo-se, Jo-se, Jo-se” alentando con sus alitas marrones…
Tan lenta y rítmica es su caminata, acompasada y métrica, que parece una poesía calentita (calentada por el sol de las siestas de otoño); tan Tan que ni Fun ni Fan…
Y José camina, y lo siguen los animales, los colores y las temperaturas, no habla para no contaminar el aire, pero piensa, y piensa mucho, cada tanto agrade a dios no estar en China, y sigue pensando, cada otro tanto sonríe –aunque al ojo común le parezca sin causa- porque un gorrión de la hinchada le gritó algo gracioso… cruza la calle. Otra vereda otro mundo, esa es la vida para José.

Mucha gente muere angustiada, buscando algún tipo de felicidad metafísica, pensando que quizás este en alguna forma de cielo-azul-edén, y pensar que José se la tropieza a cada rato, en el ruidito que hacen las baldosas flojas cuando se las pisa es la reflexión mas hermosa y profunda de todas –al menos para mi, que lo puedo seguir en su caminata por el mundo-.

Abre la puerta de su casa,
va hasta la habitación,
mueve las agujas del reloj despertador hasta que...

Tiri-ti-ti Tiri-ti-ti...
el placer le vuelve a inundar el alma...
Un día en la vida de José es tan común que se vuelve extraño.
jairo fiorotto

La muerte

La flor
Nace
Crece
Se reproduce…
Muere.

La piedra.

El árbol
Nace,
Crece,
Se reproduce…
Muere.

El viento.

El ave
Nace,
Crece,
Se reproduce…
Muere.

El sol.

El Hombre
Nace,
Crece,
Se reproduce…
…y muere.

…sin misterios…

jairo fiorotto

01 agosto 2009

ME HIELO EN LA HABITACIÓN
Pienso en inventarme un habitáculo en el que pueda leer acostado en mi cama y con las manos calientes. Quiero leer como quiero leer: recostado, con la cabeza apoyada en la almohada, la luz que se proyecte desde detrás de la cabecera y quiero que –en invierno- las manos no se me congelen al sostener el libro.
-Guantes.
-Los que realmente abrigan la gélida piel son muy gruesos para poder pasar de página cómodamente.
-Entonces no leas, y ya.
-Pienso que podría ser del tamaño de mi cama. O mejor: para ahorrar dinero en materiales, podrías ajustarle a los laterales menores y mayores de la cama unas planchas de acrílico de más o menos dos metros de alto (así puedo pararme tranquilo) y le pondría un techo. Le inventaría un sistema de calefacción e iluminación, y lista mi pensión lectora. Sería un espacio pequeño en donde el calor se condensaría de manera perfecta. Mi habitación en mi casa de allá es muy grande; por eso. Es muy grande para mi solo. En ella entran tres camas matrimoniales además de la mía, y también tres roperos y tres sillones, y si acomodamos todo bien, tres televisores. Quedaría un poco de espacio para una heladera en un rincón: es más, entraría una mesa para almorzar y también un horno y una mesada. Tampoco habría inconveniente al colocar una pileta para lavar los platos.
-¿El baño?
-Mi habitación es tan grande que no puedo mantenerla limpia. Una vez al mes intento ordenar el sitio que yo ocupo, el resto de la habitación tiene la misma mugre de siempre. No me gustaría cambiar de sitio. Cuando me pierdo en él –en el sentido metafórico de “embelesarse y dejarse llevar”- (una vez sucedió el significado no metafórico y sí literal y encontré la salida aguzando mucho el oído y concentrándome en el sonido de la radio que había dejado prendida antes de embarcarme a buscar un pijama por la sección de los sillones. Doblé por una calleja formada por un sofá y tres armarios y me perdí totalmente) soy feliz, siento que a pesar del frío (al cual como habrán leído, le hallé solución) pude hacerme de un mundito muy grato donde vivir.
-Volví; fue fácil encontrarlo.
-¿Fuiste al real o al que todavía no inventé?
-Pregunté por el baño no para ir son para recordarte que no lo habías incluido en tu relato sobre todo lo que entraría en tu habitación. Ahora que caíste en la cuenta de tu falta, sinceramente necesito un baño.
-Cuando me distraigo es siempre porque comí demás. Siempre como demás, me apasiona la comida. Sobre todo la abundante, abundante comida del ejército. (En mi habitación entraría un ejército). Son muchos los muchachos, y el cocinero nunca termina de contarlos, y por eso no les cuesta nada alimentarme también. De soldado tengo un dado, nada más, pero finjo muy bien ser uno. Qué bueno que tomé ese curso de teatro hacer tantos años: si no supiera fingir ser soldado seguro me hubieran matado cruelmente como a una flor arrancada por una vieja envidiosa que la quiere en su florero. Sí, yo le miento al regimiento porque tengo mucha hambre siempre. De comida, claro, aunque ellos tienen hambre de muchas cosas más. Pobre el cocinero, que no puede acallar las otras hambres de los soldaditos y se enojan con él. El cocinero es un chico de unos treinta años, casado y abandonado por su perro. Su mujer no soporta la idea de no poder hacer un churrasquito y el cocinero sufre por la partida de su can. Me cae bien, sobre todo si no le agrega tanto queso rallado a las pastas.
-¿Ravioles?
-Cualquier pasta. Rellena o no, sin queso y gaseosa sin hielo. Sin servilletas de papel para no contaminar y sin pan para no engordar. Sin mantel porque me incomoda y sin mozo porque odio dar propina.
-Estas distraído
-Y tengo hambre.

Cerré el libro en esa página. No tenía número.


José.


























(ro)

31 julio 2009

La excusa

Hoy vi que estaban demoliendo la casa donde antes viviera un amigo. Antes nos veíamos seguido y yo solía ir donde el frecuentemente. Dejé de hacerlo hace años por una serie de incidentes que comenzaron un sábado en que vi una mancha de café en el escritorio. No le dije nada. Días después se lo hice notar.

- Si, ya se – me dijo – es que no hay jabón

- ¿Por qué no comprás?

Se encogió de hombros y no dijo nada más.

Con el tiempo noté que había dejado de bañarse. Cuando terminó de ensuciar toda la ropa se resignó a la mugre.

Una vez que me ofreció “algo para tomar” abrió la alacena y sacó dos tazas sucias. Los platos y fuentes se apilaban manchados.

- ¿No lavás los platos, che?

- ¿Para qué? Al rato se ensucian de vuelta?

Tomé el café con asco y me fui. Dos bolsas de basura hedían en la puerta. El tacho estaba lleno y los desperdicios. El tacho estaba lleno y los desperdicios se acumulaban en el piso.

Volví a la semana, intuyendo que era la última. El aire estaba irrespirable. Le dije directamente que la casa era un asco y si no tenía pensado limpiar.

- ¿Vos me estás jodiendo, no? ¿No ves que están comiendo? – me dijo entre sorprendido e indignado, señalando con la cabeza las decenas de cucarachas que pululaban debajo de la mesada y que yo no había llegado a ver – No me voy a poner a limpiar ahora.


Ignacio

30 julio 2009

El domingo de José

El domingo José despertó temprano por culpa de unos ruiditos casi imperceptibles que venías del lavadero. La llama del calefón se había apagado y tuvo que resignarse a una ducha fría.


Mientras calentaba el café escuchó como se quebraban, de a uno, los filamentos de los foquitos de toda la casa. Abrió de par en par la ventana del comedor y la luz irrumpió en la habitación. José se quedó leyendo el diario hasta el mediodía. A lo largo de la mañana pudo oír como se retorcían lentamente la cañería del baño, como se rajaban los espejos y los vidrios de de la planta superior, como se cortaban los cables de los electrodomésticos. Preocupado, prefirió no almorzar y se fue a ver el partido al bar, cruzando la plaza.


Cuando salía escuchó – o eso le pareció – que los peldaños de la escalera se aflojaban y se falseaban casi todos al mismo tiempo.


Después del partido se acordó de lo que pasaba e intuyó que las cosas habían empeorado. Desde la esquina pudo ver algunas personas que se detenían junto a su casa y luego cruzaban la calle, para mirar desde la otra vereda. El grupo era grande. Antes de poner la llave en la cerradura José oyó un crujir de bisagras. Con la oreja en la pared sintió estremecerse los cimientos, partirse las vigas, quebrarse los pisos. Cruzó, antes de que fuera tarde.


Ignacio

28 julio 2009

"José estaba en su cuarto y miraba la hoja blanca y bla preguntaba por qué tenía que escribir sobre yojosé y midomingo si yo José y en su cuarto hoja blanca midomingo miraba José y preguntaba por qué yojosé midomingo escribiré"

Sol

23 julio 2009

ROMPAN TODO

-¡No! -gritó Carlos- ¡Rompiste el silencio!
Su novio travesti quedó paralizado con una parte de silencio en cada mano.
-Perdoname -le dijo- después te compro otro.
-Andate a cagar Andrés -dijo Carlos con un gesto de desolación- Ese silencio me costó nueve años de trabajo y bien lo sabés. Ahora tengo que empezar de vuelta.
-Ay, bueno bonito, -dijo Andrés con aires de actriz de teatro de revista- tampoco es para tanto este silencio de morondanga.
A Carlos no le gustó ese comentario, pero sabía que cuando su novio se vestía de mujer, sentía la necesidad de encarnar el papel de diva, y lo dejó pasar. En lugar de contestar, se quedó mirándolo fijamente.
-¡Grrrr…! ¡Qué perro! -dijo Andrés lanzando arañazos al aire con una de sus manos y diluyéndose en una risita falsa e histérica.
Carlos lo ignoró, pero en el fondo le había causado gracia, y más aún, se sentía un tanto excitado. Fue a la cocina a buscar una bolsa para tirar los trozos del silencio que con tanto esfuerzo había generado durante días, meses y años, y que justo la persona que él más amaba, había destrozado en un abrir y cerrar de ojos.
La ventana de la cocina estaba cubierta de gotitas de agua. Pegó su frente contra el vidrio y se quedó mirando a la gente que caminaba bajo la lluvia.
Todo empezó a vibrar. Andrés, todavía en el comedor, había echado a andar en el reproductor el disco de la película “Cabaret” y se disponía a comenzar una sesión de noventa minutos de baile y canto, al mejor estilo Liza Minelli.
El barullo sacó a Carlos de su hipnosis pluvial. Fue hasta el improvisado cabaret y apagó la música. Juntó los fragmentos de silencio sin mirar a Andrés, y los metió en la bolsa. Le entregó la bolsita a su novio. Le ordenó que la tire a la basura y que se calle. Inmediatamente Andrés se fue a la cocina.
Carlos se quedó sentado en el sillón del comedor. En silencio. Intentando reconstruir lo que esa tarde había perdido.


Juan Pablo Bidegain

LA REVELACIÓN

José se quitó los lentes oscuros y dejó al descubierto sus ojos. No podía creer que lo estuviera viendo. La columna de humo blanco se elevaba hasta allí donde la vista no llega. El ruido brutal enmascaraba el canto de las aves y el ladrido de los perros, que concertaban todos en una sinfonía del terror. La onda expansiva intentaba expulsarlo unos metros hacia atrás, pero él se afanaba en presenciar de cerca aquel espectáculo.
La nave se abrió paso a través de la intensa nube, partiéndola en dos y disipándola, sumiéndolo en una densa niebla. La estrella de fuego se encendió en el cielo y todas las ilusiones de ser el primer hombre en pisar la luna, estallaron en mil pedazos y cayeron a tierra.
Tres horas antes, aquella tarde de octubre de 2318, José esperaba afuera del consultorio del doctor De Iullis los resultados de los últimos análisis clínicos previos a la partida de la nave.
La puerta se abrió y detrás estaba el doctor. Un octogenario de largo vello facial.
-Adelante, capitán. -dijo.
José entró y, sin esperar ofrecimiento alguno, se sentó frente al escritorio. El doctor se sentó en su sillón, frente a él, al otro lado de la mesa.
-¿Cómo anda? -preguntó el doctor.
-Bien. Un poco ansioso por los resultados. -contestó José mientras se rascaba la ceja derecha.
El doctor calló unos segundos. Emitió un rugido para liberar de flema su garganta y dijo, -Verá. No tengo buenas noticias.
José permaneció en silencio y De Iullis continuó, -Hemos encontrado, gracias a estos análisis y las recientes novedosas tecnologías aplicadas en medicina, una pequeña irregularidad en su mapa genético. Al parecer, usted no es totalmente humano.
-Pero, ¿Cómo? -dijo José- Mis padres son humanos. Mis abuelos lo eran. Me veo como un humano. Soy humano.
-Bueno. -dijo el doctor- No todo es lo que parece. Evidentemente se trata de un gen recesivo de otra especie, quizás animal, vegetal o robótica, que se infiltró en algún punto de su árbol genealógico. Lo siento, capitán, pero no podrá viajar.
-¿Por qué? -dijo José- Soy el más calificado. El más fuerte y sano. ¿O acaso me han encontrado alguna enfermedad?
-Vea capitán. Es cierto todo lo que dice, y créame que si de mi dependiera, lo elegiría a usted para esta misión. Pero cuando se descubrió la farsa yankee de hace cuatro siglos, esta historia de llegar a la luna se transformó nuevamente en un asunto político muy importante. Podrá comprender, entonces, que el primer hombre en llegar hasta allí, no puede ser, ni siquiera un poquito, no humano. Lo acompaño en su tristeza pero no puedo hacer nada. Ahora, si me disculpa, debo seguir…
José no esperó a que el doctor terminara de hablar. Se levantó y salió del consultorio. Deambuló largo rato por los campos de la base aeronáutica. Lloró. Pensó en la oportunidad que se le escapaba y en su confusa red ancestral. Fue entonces cuando los altoparlantes comenzaron a rezar, -Cinco, cuatro, tres, dos…

Juan Pablo Bidegain

21 julio 2009

Espejos


______Corría la tarde de un día del año, en un hostel cualquiera, en algún lado de Argentina. El calor no agobiaba, el clima era bastante ambiguo y de fondo se escuchaba música de Dizzy Gillespie que alguien había puesto en el reproductor de cds de su habitación para relajarse y leer un rato. Sonaba sin parar esa pareja dulce del saxo y la trompeta: On the sunny side of the street. Unas puertas más lejos de la caja musical, acompañaban el ritmo el golpeteo de botellas y vasos. En el aire hacia intrusión el Glup Glup de la botella descargando su vida.

______En la habitación musical un joven leia un libro de poemas con un ritmo muy beat, sentado en el suelo con la mano apoyada en el piso y golpeteando con los dedos como si tocara las llaves de una trompeta. El libro está todo escrito con letra de doctor, flechas, frases y afirmaciones. “Tal vez esto es lo mejor que nos ha dejado el 90” susurró en una afirmación al viento. El viaje lo había hecho aceptar nuevos aires, pero al fin y al cabo no era tan diferente allá de acá. No sentía otro cambio que no fuera el acento porteño, duro, conciso y sin cantos dulces. El golpe no era tan grande, el hostel era un mix y eso hacia que todos estén en igualdad de condiciones.
______Entre unas botellas y fumando un poco otro joven contaba los pesos que le quedan en la billetera. No había tanto apuro, solo necesitaba un compañero para empezar todo. El había venido a buscar algo que no había encontrado en donde estaba antes. Miró el techo con humedad y con el humo lo tapó poco a poco, hasta densificar el aire como una neblina londinense, pero esta partía del puro tabaco verde. Sin darse cuenta empezó a tararear el ritmo que llegaba a su habitación. Se levantó y salió al pasillo con una de las botellas y un vaso, para luego sentarse al lado de la puerta de su cuarto. Había llegado el día anterior y aun no se había cambiado. Tenía un sobretodo verde, un pulóver oscuro y debajo una camisa clara. Afuera había sol, pero eso no decía nada.

______Minutos más tarde la puerta del cuarto de donde salía la música se abrió. El chico vio que en el pasillo ya había alguien. En situaciones así, casi novelescas, esa persona podía ser la que él estaba buscando. El que estaba sentado en el pasillo lo miró y le preguntó que era lo que estaba diciendo el cantante que estaba escuchando, porque desde donde estaba no lo entendía. Inmediatamente le respondió al escuchar que el tampoco era de acá:

Now if I never made one cent
I´ll still be rich as rockefeller
There will be goldust at my feet
On the sunny
On the sunny, sunny side of the street


______Desde el suelo lo miró fijo y le sonrrió, automaticamente se dijo “encontré a mi compañero”
-¿De dónde sos?

- De no muy lejos, como vos.

______Dos tonos separados solo por la cordillera se habían cruzado. Un canto de las vocales estiradas y una llamada a un “tu” muy cálido.

Ojeda Alan

19 julio 2009

1) Satélite mantuvo y conversación y perrito salaba o
bosta pe Simón estaba cielo e contento
cual queso que vos no sabés nada.
Satélite y Simón y perrito se querían
mucho, tanto que olvidaban preposiciones y artículos.



2) "No entran en el texto tantas palabras" se repetía
Rosaura, a las 9: 55. Apurada, mezcló las palabras entre
preposiciones y artículos: La Michael Jackson ante tenedor,
sorbió barbijo en subte tumultuoso,viendo en su
televisor portátil el documental de cabe, con y contra la molécula.
Agustín Antuña

17 julio 2009

La muerte

Camila siente fiebre y siente frío y siente calor. Siente la frente, no siente los brazos, siente paños húmedos, siente la penumbra del cuarto. Camila siente remedios, siente a su madre. Siente fiebre y siente frío y siente calor. Siente las sábanas, no siente estar despierta, no siente las piernas. Camila no siente hambre, no siente el tiempo, no siente los ruidos. Siente fiebre y siente frío y siente calor. Camila no siente.

16 julio 2009

EMPATE

El detective Aguirre cerró la puerta de la habitación principal del octavo piso, donde la escena del crimen permanecía aún fresca. Referirse a la escena como “del crimen” es sólo un decir, pues en este acto eran dos los cadáveres y dos los asesinos.
De los cuerpos y los cuchillos brotaba sangre aún y el subinspector Lubat intentaba trazar siluetas de tiza blanca alrededor, sobre un piso plastificado que se resistía a ser profanado.
-¡Puf! Acá empieza a haber olor a purgatorio. -dijo Aguirre que se disponía a abrir la ventana que daba a Rivadavia.
Encendió un cigarro y dijo, -Bueno… Estos se mataron entre ellos. Ya está.
Esperaba algún tipo de respuesta de parte del subinspector, pero este lo ignoró y continuó con su difícil tarea artística.
El detective estaba aburrido y empezaba a ponerse inquieto cuando irrumpió en el cuarto el Cabo Flores que traía el informe de antecedentes de los sujetos. -¿A ver? Deme eso, Cabo. -dijo Aguirre mordiendo el pucho con los labios y quitándole de las manos el informe.
El detective leyó en voz alta, -Muñoz, Tamym Maulén. Chileno. 32 años. Tez morena, bla, bla, bla…
Interrumpió la lectura y se dirigió a Flores, -¡Tsss! Estos chilenos. Mire el nombre que le pusieron.
Flores le devolvió una sonrisa híbrida.
-Bueno, -prosiguió el detective- tiene que ser este. -dijo señalando uno de los cadáveres- Sí. Acá dice que tiene tez morena y este es morochito. Y el de la esquina azul es -imitó la voz de un presentador de boxeo y leyó- Orta, Augusto. Argentino. 29 años, bla, bla, bla… ¡Okey! -dijo mientras cerraba la delgada carpeta- ¿Ya está, Lubat?
-Sí. -dijo el subinspector incorporándose.
-Bueno. Vamos entonces. -dijo Aguirre- Vos también, Flores, que te necesito en la comi. Ahora viene lo difícil. Tenemos que averiguar por qué se acuchillaron. ¿Dice en el informe si se conocían y de dónde? -preguntó a Flores.
Flores abrió el informe, lo leyó entre líneas y contestó, -No, detective. No dice nada.

Los tres hombres salieron de la habitación, y el detective, dirigiéndose al personal de la morgue, que conversaba sobre fútbol en el living del departamento, dijo, -¡Ya pueden pasar, muchachos!


Juan Pablo Bidegain
1) DE LA RÚA

Perdiendo paraísos pisé pasos ajenos.
Sorteé siete salones. Solo. Vacío.
Entré exacerbado. Enojado. Maté.
Colapsó cada corpúsculo. Cada átomo.
Huí haciendo hélices hediondas. Dormí.

2) CENA YO

El oficial Jackson tenía gripe y estaba internado en el hospital. Su secretario, Michael, fue a buscar al médico, que conversaba con algunas enfermeras con barbijo. En el televisor de la sala de espera, el noticiero informaba sobre un accidente de subte. Al volver al cuarto de Jackson, el oficial no estaba. Sólo un tenedor había sobre la cama y una molécula suya.


Juan Pablo Bidegain

15 julio 2009

¿Qué es la poesía?

de borges y santa fe
scalabrini ortiz
el 141 dobla en velazco
la poesía pide ochenta
por favor malabia
y corrientes ocupa el único lugar vacío
frías gallardo
marechal le cede el asiento
a una mujer embarazada
y bosteza ambrosetti
vallese acoyte

el 141 dobla en rivadavia
la poesía baja al 6000
sr pasajero, por su seguridad
mire a su derecha
al descender
la poesía no mira a su derecha
al descender un taxi la embiste
y rueda de lado

dicen que en parte
se esfumó, se volatilizó ahí mismo
y que se escurrió por el desague, con diéresis, qué no se cómo se pone
y que se levantó y siguió andando
y que se fue pudriendo de a poco

otros sostienen
que miró al descender
cruzó falcón alberdi valle
goyena y la cagaron a tiros antes de entrar
desde la ventana del primer piso

Ignacio
(*un poco tarde, pero bué...)
Parcial

a) Scalabrini Ortiz Velazco Malabia Corrientes Frías Marechal Gallardo Ambrosetti Vallese Acoyte Rivadavia su ruta

b) "Murió Michael Jackson", dice el televisor del subte. Mirá vos. Michael Jackson tirado en el piso con un tenedor clavado en la cabeza. La idiota de mi vecina me dijo sorpendida que este año venía raro con las muertes: "Se está muriendo gente que antes no se moría". Arqueaba las cejas asombrada, se acomodaba el barbijo. Esta gripe de mierda. Decí que el hambre no se contagia, sino estaría gambeteando pobres por la calle. Qué janas de joder che. Pobre Michael.

Ignacio
Doblo en la esquina, el miedo me cubría entero, a metros por fin se encontraba ella, hermosa, radiante. Esa fue la única vez que la vi, y aún recuerdo su rostro perfecto, intacto. El miedo se esfumó, ahora solo me invadía la ansiedad. Recapacité sobre todo el camino recorrido, pensé en los momentos que había tenido que pasar, los buenos y los malos, recordé rostros, nombres, a aquellos que me acompañaron, a los que me abandonaron, a quienes me sacaron una sonrisa, y a los que me la arrancaron. Imagino que la vida siempre es un poco dura, pero la mía nunca dejaba de serlo. De tanto pensar, me sentí tan cansado, al fin y al cabo ya nada importaba, nadie importaba más que ella que seguía esperándome, eterna y más viva que nunca....


Melanie Timpanaro

14 julio 2009

Toco 1, toco 2, toco 3
Me debato a ciegas tu rostro,
frente, ojos, nariz, boca, una marca,
tal vez un lunar, el pelo que llega
a tus orejas es negro como tu olor
a manos, como tu gusto verde
como tu música noctámbula
de chocolate amargo.

El arte, pantalla de mi alma ¿cómo haría yo para olvidar mis debilidades si no fuera por él, que tiñe de esmeralda mis más degradantes sentimientos.

Mi verso será el primero.
Y punto.
Arrebato de churrascos/ de mollejas...
(Aplausos: el coro chilla)

DÓcil REtorcida MImosa FAlaz SOLA SIente
cuerdas al aire, vibra el silencio, tiembla la nada

Una imágen: eres tú, soy yo
es una fotografía en blanco y negro, que jamás nos tomamos
todavía.

Ahora se destruyen los peces
escrutados por una risa crístira.
Rojas, verdes, amarillas, azules, son hermosas como el sol de la
[mañana
no tiene sentido, es hoy, mis miedos, fantasmas que no desaparecen van a quedar atrás, yo sé que puedo, sólo tengo que
[animarme
a la agonía del eterno llegando, del nunca, pero
[siempre
estoy recitando, en silencio, un verso malísimo que me ha salvado la
[vida
¿Qué más? Un tirar de dados, sobre una alfombra roja y negra oscura. ¿Qué más? Un abrazo tiene que ser como si fuera el
[último
abrumado por el último susurro del ojo de aquella constelación de cóndores enterrados en días que no
[fueron
felices y comieron big-mac y se bañaron
[en
mi cuerpo, probándome, sintiéndome, sin perder un segundo de la magia que generan dos amantes cubiertos de
[pasión
¿Pasión? ¿Y eso qué es? Me dice mi sobrino. Qué cómico, lo mismo me pregntó mi viejo el otro día. Nada, le dije. Y al nene lo abracé y le regalé una
[lágrima
mordedora. La cruz, persiguiéndonos (te, me) vayamos luego a
[bailar
alrededor de una hoguera que insinúa tu nombre impronunciable
FIN
1) Comer almas chocolatadas, siguiendo dolorozamente su estela dulzona, deseando nunca alcanzar nuestra piel amarga y erizante, como paletas amaderadas que producían arcadas infantiles cuando doctores querían comer nuestras almas chocolatadas.

2) Bajé al subte y en el vagón me omnuvilé con Michael Jackson tratando de pinchar a la gripe para ingerir desesperadamente sus moléculas previa tamización con barbijo. Entonces, apagué el televisor y seguí escribiendo.

Sol
1) Escrutando guijarros, encontré brumas acechando cosechas podridas arrumadas, llorosas. Asombrada preguntaste ¿cómo te atreves? Miro horizontes imposibles contesté.

2) Recuerdo a Michael Jackson con su barbijo, tapando su nariz y boca un poco rotos, un poco tristes. Estaba encerrado en el televisor de mi abuela, ella moría de gripe y las moléculas mortales que salían de su boca, se pegaron al tenedor que yo usé luego y las moléculas mortales que salen de mi boca se impregnan en el subte porque no usé barbijo como Michael.

Felipe Escovar
1) Vivir! Respirando aire envenenado. Morir! Atravesando mares y océanos transfigurados. Correr! Alejándose, robando átomos circundantes. Decir! Desesperanzado y enrojecido, acobardado cerca o lejos. Ese ático es frío y oscuro, vivir, morir, correr, decir y seguir.

2) Me levanté como todos los dias, fui al baño y prendí el televisor para ver el clima, en ese momento descubrí que Michael Jackson, el blanco y negro viste, el del barbijo eterno se había muerto. Pero qué puedo decir, nunca fui de los que bailaban sus canciones.
Dejé por un rato a Michael de lado, para desayunar como Dios manda. De golpe, me acordé de la torta de manzana que había quedado en la heladera hacía ya varias noches atrás así que no dudé en agarrar el tenedor y zambullirme en las moléculas dulces de mi postre favorito.
Al final me pasó lo mismo de siempre, miré el reloj, y sólo me quedaban 5 minutos para vestirme, limpiar los restos de torta, ir corriendo al subte y amigarme con la gripe nuestra de cada día.

Irina Wainstein

09 julio 2009

21 grados sin dicotomias

21 grados, el parque improvisado en la estacion de ferrocarriles estaba sucio, como siempre; a veces no entiendo cuánto puede costar tirar un papel en un cesto de basura!. Me senté en uno de los bancos de madera, blaco y cómodo, como todos los bancos de madera públicos, dejé la mochila a un costado y me dediqué a esperar... los fresnos me hicieron companía todo el tiempo que los detesté, un gato gris supo treparse a uno de ellos y me interrumpió el sol que, gigante y naranja, se posaba previsiblemente sobre el oeste, sobre los techos oxidados del barrio... con los ojos amarillos parecía miarme, pero a diferencia del gato de Alicia, éste no me sonrió, sólo se quedó parado como digno felino real, tampoco desapareció ni se hizo invisible; se quedó sentado en la rama desnuda y marron que el otoño, carente de amor, pudo obsequiar al paisaje... y eramos cinco ya: el arbol, el gato, el banco, el sol y yo...

...esperaba...

tampoco del árbol salieron palabaras, ni ninguna misteriosa Alejandra se asomó por el sol, tampoco el Sol se oculto con demasiada poesia... el gato salto de la rama 19 al suelo, apoyó sus dos patas delanteras, despues las dos traseras y se fue corriendo por la vereda que ya empezaba a teñirse del color del sol. Del árbol no cayó lento ninguna hoja romántica deslizandose suave sobre el viento, ni tampoco sacó sus pies de la tierra el árbol, como revelándose a su naturaleza, mas bien se quedó como buen árbol obediente que es, y yo, como gran estúpido, lo miraba estar, sentado en el banco blanco de madera.
Desapareció el gato en el horizonte, igual que el Sol tras los techos bajos del oeste. Mi espera se hizo noche, y la babélica borgeana no se hizo presente, ni la satira barcelona, ni la quejumbrosa melodia del violin de Becho... pasan dos personas de la mano por la vereda y me saludan (costumbre en la ciudad), devuelvo el saludo y me pregunto quién será - aca te saludan todos, pensé. Me paro, coloco la mochila a mis espaldas, elevo el maxilar hacia la neonata curz del sur y me encamino rumbo sur por la malhecha vereda de cemento, por la misma que huyó el gato... dicen que tambien desaparecí en el horizonte. Después de todo, todo es cuestion de dónde lo mires...

-muchas veces me pregunto por qué siempre deseé cosas que a la cotidianidad excede-

//para cuando la inspiracion inspira... un lado, dos lados... un lado bipartito y sin dicotomías.

jairo fiorotto
Otro día más en este pulgoso hotel – repetía Augusto cada mañana cuando lo despertaban los molestos rayos del sol. No era que no le gustase el hotel, estaba acostumbrado a cosas peores, solo que no hallaba lo que había venido a buscar. Estaba en crisis, harto de todo, de sus ideas, escritos, familia, amigos, estaba harto de él mismo; pero nada podía hacer, había entrado en el juego y no estaba dispuesto a abandonarlo tan fácilmente.
Sin conseguirlo buscaba en cada cosa una inspiración, en cada detalle de lo que lo rodeaba, en cada bella mujer que caminaba frente a él, en cada injusticia que veía en la calle, en cada sueño que tenía, pero nada, ni una sola línea.
¿Y este pelotudo qué me mira? – se enojaba por dentro cada vez que encontraba la mirada de él, posada encima suyo. Él era Tamym, había llegado a Buenos Aires desde Chile con mucho en la cabeza, algo bastante parecido a lo de Augusto. La cuidad lo mataba, quedaba perplejo frente a cualquier esquina insípida. En un ascensor lo vio y algo de él le llamo mucho la atención, no sabia qué era, si su facilidad para mostrar una sonrisa o su forzosa postura para, sin lograrlo, ignorar a Tamym, pero definitivamente algo de el lo asombraba, tanto como las calles de la ciudad.
Era real su mirada penetrante, Augusto no exageraba cuando la sentía, pero debieron marcar varias cruces en el calendario hasta descubrir qué buscaba esa mirada. Al principio Augusto lo ignoraba, aunque, debe admitir que su misterio lo atraía, es que Tamym tenia ese no se qué que lo hacia indescriptible, era una incógnita constante. Pero, a pesar de esto, por tantos encuentros casuales o, mejor dicho, causales, la mirada lo apabullaba, le quitaba el sueño. Era una obviedad, Tamym buscaba excusas para tropezar con él, hasta inventar una magnífica forma de comenzar una conversación, la cual, estaba seguro, duraría horas, y mucho no se equivocaba, Augusto era un gran hablador, de su boca salían ríos de palabras que podían hacer hablar al más retraído. Pero por alguna razón con Tamym no tenía esa facilidad.
Estaban cansados los dos, Tamym de buscarlo, constantemente, sin recibir nada a cambio, y Augusto de tener que evitarlo. Aunque eso ya pasaba a ser secundario, por fin Augusto creyó sacárselo de encima cuando ya no se lo cruzó, es que hacía días que a Tamym su lápiz lo había obligado a un absoluto encierro. Augusto comenzaba a sentirse bien otra vez, su crisis había sido superada y la reconciliación con sus hojas era perfecta. Por fin habían conseguido los dos lo que buscaban, eso que tanto anhelaban.
Augusto entendió, tardíamente, que esas miradas lo habían ayudado mucho más que cualquier fascinante cosa, y Tamym, se alegró al saber que esa total indiferencia no había sido tan mala.
Y así se encontraron, una vez más, y se dispusieron a hablar, durante horas, claro.

Melanie Timpanaro

04 julio 2009

Carta a madre

Madre:
Afuera está lloviendo a cantaros, hace frío y ya es de noche. Desde la ventana de mi habitación se pueden ver bien claras las estrellas, hoy no, está todo gris.
Mientras te escribo Astrid duerme, y al terminar esta carta me iré a acompañarla en el sueño. Últimamente paso poco tiempo con ella y con Loop, me estoy alejando mucho, pero las cosas son así, siempre son así.
Astrid se encarga de la casa, de vez en cuando va a la ciudad a buscar comida o alguna otra cosa que necesitemos. Loop estudia, va a una escuelita de la ciudad, yo lo llevo a la mañana y después me voy al trabajo.
Hace unas semanas conseguí un trabajo…
Loop se parece mucho a mí a su edad, hace comentarios parecidos a los que hacia yo cuando era chico. ¿Te acordás cuando dije que estaba cansado de tener siete años, que era aburrido, y que no quería tener más siete años? Bueno, ayer mientras estábamos bañando al caballo me dice…”Estoy cansado de ser nene, quisiera ser ardilla, o mapache, debe ser más divertido” Es un chico muy inteligente, lee mucho.
Durante las mañanas recuerdo mi infancia. Esas mañanas frías, en la que me despertabas, tirabas leña al hogar, y me dabas el desayuno. Vos siempre estabas despierta desde antes, organizando todo para que padre pudiera ir a trabajar lo mas rápido y preparado posible. Ahora ese trabajo lo hace Astrid, trae la leche, la manteca y la mermelada, tuesta el pan, y calienta el agua.
Padre se fue, desapareció. No sabemos donde está, pero agarro a su caballo viejo y se fue. Ese caballo es como su hermano, vos lo sabés bien. Estén donde estén se van a cuidar mutuamente. Son muy duros, seguro están bien.
Aun no vino el frío crudo, pero no tarda. Nos estamos preparando para el frío, tenemos muchas pieles, y las reservas están bien. Astrid es una buena esposa y buena madre, y Loop un buen hijo, se van a cuidar mientras yo vaya al trabajo. Al menos van a poder pasa más tiempo juntos. Si es necesario que me quede, me quedaré. El invierno une a las soledades familiares.
Los meses pasaron y todo cambió, aunque cualquiera diga que todo está como antes. La reorganización cambia todos, ya los nombres no de condicen con las tareas, menos Loop, él siempre estudia. Pero bueno, la familia sobrevivió a cosas peores que la reorganización, así que no importa. Pronto la costumbre armonizará todo.
Me despido, ahora me iré a la cama con mi esposa, a dormir unas horas hasta que cante el gallo. Espero que estés bien, que estés cómoda y no pases frío. Ojalá el jardín tenga las flores que vos querías.

Lewis Truck, tu hijo.
Alan Ojeda

02 julio 2009

SE CANCELA VINO LITERARIO

ATENCIÓN

SE CANCELA VINO LITERARIO PORQUE CERRARON LA FACULTAD DE PUAN POR CULPA DE LA GRIPE DEL CHANCHO.
UN BESO!

KRYPTONITA G*

La kryptonita G estaba ahí. En el cajón de su mesita de luz. No quise presionarlo. La lucha contra el crimen es muy dura y el trabajo de ese día lo había dejado agotado. Llegó poco antes de las once, recalentamos los canelones del mediodía en el microondas y los comimos en silencio. Había dejado el payasito azul y la capa colgando del respaldo de una de las dos sillas desocupadas y vestía nada más que los calzoncillos rojos. Al terminar nuestra ingesta pasó al baño y estuvo allí cuarenta minutos con el suplemento deportivo del diario de ayer. Lo esperé en la cama. Se acostó sin decir nada. El silencio rebotaba en mis meninges intentando, como si fuera una mosca, escapar por alguno de los orificios de mi cabeza. Huyó finalmente por mi boca en forma de -¿No te parece que tendríamos que hacer algo?
-¿Algo como qué? –preguntó mientras escarbaba delicadamente su nariz con el dedo meñique.
-Y… como acariciarnos. Expresarnos nuestro amor. Hace mucho que no hacemos nada y ya…
-¡Bah! -me interrumpió- ¡Mucho! No hace ni un mes desde la última vez.
La involuntaria rima fue como si hubiese recibido una escupida en el ojo, aunque en realidad lo que más me molestaba era el cinismo de la frase y no tanto su sonoridad.
-Además ya sabés de mi problema -agregó-
-Sí, bueno, pero tenés que hacer algo -dije- ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?
Se encogió de hombros y con la boca cerrada emitió un sonido que podría interpretarse como la suma de las letras eme y jota.
-¿El psicólogo qué te dice? –pregunté-
Resopló y luego contestó –Nada. Cree que es el estrés o la ansiedad de la hazaña.- Calló un momento y retomó con forzado optimismo -Va a estar todo bien. Quedate tranquila y dame tiempo, y vas a ver que todo va a volver a ser como antes.
Me quedé pensando en ese “como antes” y el silencio volvió a ganar el cuarto. Estuvimos así un rato. ¿Segundos? ¿Minutos? No sé. Apagó su velador y se acomodó en posición fetal. Me quedé ahí, acompañada por una lamparita de cuarenta watts y hundida en el continuado silencio que sólo se perdía entre los furiosos maullidos de una gata en celo que andaba por la calle, a lo lejos, a lo cerca, ahí.


Juan Pablo Bidegain


*Variedad de kryptonita que potencia los poderes sexuales de los nativos del planeta Kryptón.

SÍNDROME DE ESTOCOLMO

Afuera llueve a cántaros y te escribo a vos que me cocinabas cuando yo era niño.
Recuerdo y repaso con exactitud cada momento, cada palabra, cada cocción. Recuerdo los olores y los sabores todos de esos años de esplendor culinario tan nuestros.
De tanto que lo hacías, se transformó en costumbre. Llegaba a tu casa dejando huellas de pan y vos me cocinabas una y otra vez cada día.
Con el tiempo las recetas iban mejorando y todo era más sabroso.
Los condimentos eran de lo más variado:

Atún, ajillo, azafrán, vino blanco,
laurel, membrillo, jengibre y anís,
pimentón, chimichurri, romero, tomillo,
coco, canela, porro, perejil.

Si tan sólo pudiera verte, tocarte, sentirte, cuánto te pediría que me cocines otra vez. Si pudieras ver cómo he crecido, tan lejos, tan lejos de vos, cuánto quisieras cocinarme una vez más.
Afuera llueve a cántaros. No sé por qué menciono y repito este húmedo dato meteorológico. Pero no importa. Te escribo a vos, bruja maldita, que me cocinabas cuando yo era niño y nunca, imbécil, nunca me comiste.

Estomacalmente tuyo…
Hänsel




Juan Pablo Bidegain

01 julio 2009

Dijeron que existía
y yo solo lo acepte,
sin más preguntas.

Juraron que aparecía.
Nadie sabia como ni cuando,
pero que llegaba.

Comentaron sobre mariposas,
deseo, locura
y sobre todo pasión.

Mintieron.


Melanie Timpanaro

28 junio 2009

El final era esperado, lo decían aquellas noches inquietas en las que el tiempo parecía complotarse para hacerme recordar. Los soles de enero... ¡qué bellos eran! Ahora son lluvia de julio. Mis labios rojos pierden su fuerza, ¿Por qué? Serán los ríos de la vida que no paran de correr, ¡Já! La vida... la vida como un libro que te atrapa y no podes dejar de leer hasta el final, pero que ahora esperas que nunca llegue...

Melanie Timpanaro

26 junio 2009

Es más que eso- le dijo y salió a la calle. Subió al colectivo e inquirió al chofer. No, seguramente es más que eso-volvió a decir.
Tomó asiento junto a la ventana y en un semáforo, se lo dijo a un malabarista. No, no, todavía más que eso.
Bajó del colectivo cerca de un parque. Caminó junto a las palomas y pensó que quizá en algún otro sistema sí sepan o puedan decirlo. Pensó cómo sería vivir en un mundo, en un lenguaje en el que se pueda describir jus-ta-men-te-eso, en el que los adjetivos y adverbios y sustantivos no sean tan chicos, ni cursis ni poco conocidos. Pero su pensamiento también estaba delimitado, estaba hablado, escrito. Quiso deshacerse del lenguaje, de todo lenguaje conocido: para aquello, era más que obvio que podía prescindirse de cualquier sistema. De todas maneras, su incesante mente moldeada quiso crear una palabra nueva para poder llamarlo; mas su cerebro estaba muy acostumbrado al ruidoso español y no lo logró. Además, debía ser esa exacta perfecta tallada pulida palabra.
Una madre con su hijo se sentó a su lado. ¿Podrías decirme…?. Ella le dio un discurso inútil, el niño se quedó mirando perplejo desde una pequeña altura y no articuló palabra. Tampoco esto, pensó.
Las muchachas que se fotografiaban en el pasto, al sol, rieron ante la pregunta. Luego parecían preocupadas por su angustia, por su porte melancólico y extraño. ¿Ustedes serían capaces de poder dibujármelo, aunque sea? No, claro…
El paseador de perros, el pochoclero, la viejecita que alimenta a los gatos…todos le contaban anécdotas o decían “es como cuando…”, pero no eran contundentes con sus respuestas.
Con la noche en los párpados, comenzó a caminar rumbo a su casa. Estuvo a punto de preguntarle a alguien más, pero la resignación fue más fuerte.
¡Qué andar angustiado!- le dijo una vecina en el umbral de su edificio.
¡Es que nadie me lo puede contar!- le contestó, con bastante angustia.
Subió las escaleras, y entró en su departamento. En el contestador automático, unas pocas respuestas de sus amigos más allegados. (Había grabado su duda ahí, en un intento de agotar todas las salidas.)
Qué pena que nadie lo sepa- dijo, a solas.
Qué pena que sea algo tan nuestro que no alcancemos a descifrarlo. Qué pena que esté tan cerca que no podamos obtener una panorámica de él. Qué pena que sea su propio significado, su descripción y su efecto- escribió en un papel.
Se desplomó en el sillón. Rápidamente, el sueño invadió su cuerpo. Se soñó en el desierto, de noche, junto a un avión de algún viajero desafortunado.

Rocío

25 junio 2009

¿EH?

Unos años de novios trabajando, juntando plata para comprar los muebles. Pedirle un blanqueo al jefe para poder sacar el crédito para comprar la casa. El casamiento. El civil. La libreta. La iglesia. La fiesta, la torta, el carnaval carioca. La luna de miel, all inclusive, vuelta a casa,
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Trabajar unas horas, estudiar otras tantas, volver a la noche, cansados, a casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.
Cenar algo hecho rapidito mirando algo livianito en la tele. Tener sexo.
-El ciclo se repite 5 días a la semana. Bueno, lo del sexo no.
El viernes, cena con amigos, delivery chino.
El sábado, cine, restorán chino.
El domingo, pastas frescas, partido, día aburrido, Fútbol de primera.
El lunes, unas horas de trabajo, otras de estudio, volver a la noche, cansados, a casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Un hijo, teta, leche, mamadera, pañales, largas horas sin dormir. Cochecito, sillita, hamaquita, cunita, todo con “ita”. Guardería, jardín, primaria, útiles. Liberar el tercer ambiente para hacerle al niño un lugar en la casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Los cuarenta, otro hijo, y el mismo ciclo. Por suerte es varón, pueden dormir juntos en el mismo cuarto. De la casa, claro.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

La nena. Llegó la nena. ¿Dónde va a dormir la nena? Pedir un préstamo para construir una piecita en la terraza y así agrandar la casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Los chicos crecen, estudian, trabajan, se casan, se cansan, y escriben su propia página como si de un canon se tratara. Tenemos la casa otra vez para nosotros dos solos.
-Nuestra casa. Ahora sí. Es nuestra.

La jubilación, los viajes que hubiésemos aprovechado mejor siendo jóvenes. Ya ni sexo, ni cine, ni estudio, ni trabajo, ni restorán chino. Fútbol sí. Fútbol de primera, la tele, y algo livianito también para comer.

Se muere uno, después el otro.
Otra vez en casa.
¿Amor?


Juan Pablo Bidegain

SORPRESA

El espectro verde se apareció en el comedor diario. Muerte, que recién llegaba del trabajo se quedó inmóvil. Tuvo miedo de preguntar, pero finalmente dijo -¿Quién sos vos? ¿Qué hacés acá?
-Soy la muerte -dijo el espectro que ahora comenzaba a cobrar forma de pigmeo sepultado y descompuesto abandonando su inicial coloración.
-No puede ser. -dijo Muerte con una risita nerviosa- Yo soy la muerte. Laburo de esto todos los días. Hoy pasé a mejor vida a veintisiete personas.
-Sí, claro. -dijo el espectro mientras se transformaba en una versión chamuscada y reducida del yeti- pero yo soy la muerte de la muerte. O sea tu muerte. Ya sé que es complicado, pero tenés que entenderlo. Además no tenemos mucho tiempo. Tu trabajo terminó. Agarrá tus cosas que nos vamos.
-Ni loco. -dijo Muerte levantando la voz- Yo no voy a ninguna parte. Vos me querés meter el perro. ¿Te pensás que me voy a creer este cuento de la muerte de la muerte?
-No me importa lo que creas o dejes de creer -dijo el espectro que ahora se presentaba bajo la imagen de Charlot(1) y jugaba con su bigote moviéndolo de un lado a otro- Agarrá tus cosas que nos vamos.
-Ja, ja, ja -gritó Muerte en tono burlón- ¿Y quién se supone que es la muerte de la muerte de la muerte?
Desde atrás del televisor se apareció un segundo espectro con cuerpo de lechuza y cabeza de ajo que dijo -Soy yo.
-¿Ves? -le dijo a Muerte el primer espectro que ahora se veía como Stanley Kubrick(2).
A Muerte no le convenció esta segunda aparición, y solicitó que se presentara la muerte de la muerte de la muerte de la muerte. Y así lo hizo un tercer espectro con forma de pelota de básquetbol.
Ninguna aparición dejaría conforme a Muerte. El comedor diario se fue llenando de espectros mutantes que resultaban ser la muerte del anterior espectro mutante invocado por Muerte.
Atrapado en esta situación sin final, Muerte abandonó su trabajo y la gente dejó de morirse. Las guerras perdieron sentido, las enfermedades dejaron de ser una amenaza, y los decapitados tuvieron que arreglarse para llevar su cabeza a todos lados.

Juan Pablo Bidegain



(1)Famoso personaje creado por Charles Chaplin.
(2)El espectro se veía como Stanley Kubrick pero Muerte lo veía con el aspecto de Jean-Claude Van Damme.

24 junio 2009

Tan solos.

Amor, Revolución. No podría pensar al amor como otra cosa que revolución. Ese acto subversivo de la naturaleza humana, donde la superposición y el traspaso nos llevan a otro cuerpo, a otro corazón. Un acto donde se inventa un idioma, donde mueren los significados conocidos, y nace un lenguaje paralelo, incomprensible para los que no aman. Ese acto que nos hace menos humanos, menos racionales y más algo, donde incorporamos el vos, o el tu, y matamos el “yo” por un segundo o dos para revivirlo de melancolía recordando al otro, dos pasos más lejos.
Esa revolución que es el amor y esas guerras que son el amar, sin fusiles y sin bombas, esa guerra muda, de miradas y de gestos, que nadie quiere ganar. Amamos porque estamos solos, amando pero solos, muriendo pero solos. Amamos para soñar un rato, para sumergirnos en una locura que dura lo que dura el amor, hasta que llega otro.
El amar nos satisface, el ser amado nos complementa, nos borra del absurdo mientras dura el amor. Después volvemos a la guerra de todos contra todos, donde buscamos ese enemigo ficticio en el cual morir, traspasar nuestra existencia unos segundos, superponer motivos y volar.
Se ama por segundos por horas o días, pero no a lo eterno. La costumbre no es amor. Los amantes no se acostumbran a amar, por eso, viven amando. Amamos porque la muerte y luego nada, pero antes todo. También porque nos gusta la sangre y el ruido de un corazón que no es el nuestro.
Amar y no ser amado no es una maldición, solo un hecho. Lo absurdo es un hecho, la muerte es un hecho. Cuando y antes de que todo este hecho, nadie sabe para qué, pero hecho, lo que nos queda por hacer es amar. El momento de hacer algo incomprensible es cualquier momento, al fin y al cabo nadie comprende.
Todo termina para volver a empezar cuando se levanta la persiana y entra el sol, cuando se toma el colectivo, cuando luego del sexo quedan las sabanas deshechas, justamente, para volver a hacer. Todo termina para volver a empezar cuando un beso en la mejilla despide a una persona para saludar a otra, mientras se dice en voz baja “nos volveremos a ver”.

Alan Ojeda

23 junio 2009

Humano original

Humano original


¡A cavar! ¡Acabar mi fosa!
No hay mejor lecho que el descanso.
Acabar con todo lo que dice acabar,
la pared, un muro, el fin de un cuento,
las horas, los despidos, los minutos,
con ese pájaro que deja de cantar.
Acabar con todo lo que acabe,
menos con la muerte


Alan Ojeda

22 junio 2009

Repudio la eternidad del ser
así como también
el fin de la existencia.
No quiero posar en una mesa
sin un hermano,
volado por el tiempo.
No quiero la infancia
en un rincón del antiguo cuerpo.
Recordar los juegos
entre los cabellos
de una madre,
lejanos, cenicientos.
No quiero que mi voz
de anciana resuene como de niña.
Porque emoción de la verdadera, sienten.
pero, ¿lástima?
No quiero ver morir;
quiero morir antes
de quedarme con
mi vida fuera de mí,
lejos, perdida en mi cabeza,
que sostienen dos ojos
que ya no ven el rostro
de un hermano sentado
a mi lado en una mesa.


Rocío.

21 junio 2009

Pobrecita

chiquitita

(ahí toda)

despanzurradita

sobre la toalla

blanca ahora negrita

de su sangre


Apenas

unos grititos pegó

y un pequeñito

¡ay!

mi dolorcito

estampé en su

cuerpecito


Pobrecita

chiquitita


Y no

mucho no sé

quejó

(porque aún no tenía

boquita)

porque lo entendió


-Era ella o yo-


Me agradeció por

su cortita

vida

y yo así le pagué

desparramando su nombrecito

en un papel


Yasífueque

yo viví a costa de su

viditamuertecita

-------------------------------------------

Pobrecita

chiquitita

tirada ahí

aplastadita


Yo (la leí y) la rescaté

y ahora mueve sus patitas

-otra vez

Sol.


Sandman

Morfeo

uno de los Siete Eternos

[el provocador de sueños]

sabía que el rumbo no

podía ser corregido:

se había enamorado de una mortal.

Intentó hacerla princesa de su reino

sin embargo Desespero

le comunicó

que los mortales

no mantienen la cordura

por toda la eternidad.

Quizo mostrarle la vastedad de los sueños

no obstante Delirio

asombrada

creó mariposas inventadas

-Así caerá en este mundo- susurró

y desapareció, divertida.

Morfeo le demandó a su amada

un pedazo de su alma

para guardarlo en un cofre;

Destrucción le recordó

con ira contenida en sus ojos

-¿Acaso deseas el fin de tu familia?

Ella no debe permanecer. Todo perecerá.-

Ya hastiado en desconsuelo

depositó sus mínimas esperanzas

[hizo llover toda el agua]

en su olvidada hermana/ hermano Deseo

quien llevándose un cigarrillo a la boca

le confesó su ausencia de ayuda.

Al fin, destrozado, junto a su amor

sentados en la cornisa de la torre más alta

del castillo inerte de Sueño,

esperando la llegada

de la hermana más calma

que apareció y le tendió la mano a mortal

para despojarla de cuerpo y alma.

Agustín Antuña

Todas las mañanas me levantaba tipo cinco, cinco y cuarto. La ducha la graduaba con calma- no vaya a ser que de muy tibia pareciera fría- pero hasta ahí, seguía atontado de sueño. El tema era cuando, ya desnudo, la lluvia caliente me mojaba entero y de un golpe todo estaba claro, empezaban a carburar las ideas.

Sigo tabajando en el subte, pero ya no tomo el colectivo desde mi casa hasta Bolivar. Menos mal, todavía me acuerdo de viajar en estado de trance, manteniendo el pensamiento de ducha, volviendo a los cálculos, en lo que ocupaba mi mente la mayor cantidad de memoria: La Fórmula de La Luz.

De lunes a viernes llegaba, me ponía el uniforme, a veces comentaba alguna tontería con algún compañero, esperaba la señal de salida, me sentaba en la cabina y ponía a andar al gusano de hierro. Hace más de siete años que los túneles negro rodean las paredes de mi pensamiento. Hace más de cinco años que puedo ver en el intervalo de oscuridad entre cada tubo fluorescente esa inconsciencia, el estado de abstracción que me insinua un espacio al cual no pertenezco, pero me ubica como espectador en retroceso. ¿Quién le va a creer al tipo que maneja, como se da manija? Empecé a informarme desde aquella primera vez que vi eso sobre agujeros negros, fuerza de gravedad y campos gravitatorios, literartura fantástica- nunca iba a imaginar que Lovecraft desplazaría casi por completo mi pasión por Chacarita los sábados a la tarde-….

Todo el primer año de mi descubrimiento lloraba entre sueños, soñaba con Dios y extraterrestres y el pandemonium en la tierra. Los cuatro jinetes empalaban con grandiosas lanzas al mismísimo Satanás…Despertaba, cinco y cuarto y la ducha, todo un año. Ya los años posteriores no me envolvía en angustias y terror sino más bien estaba poseso en mis cálculos: comencé a leer sobre probabilidad y magia negra, asistía a seminarios sobre budismo, origami y pintura renacentista.

Puede que mis pensamientos funcionen en ciclos de trescientos sesenta y cinco dias y eso vaya cambiando- todavía no tuve la oportunidad de acercarme al calendario y la cultura maya-. Este último ciclo lo dediqué de lleno a La Fórmula de la Luz a pesar de las burlas de mis compañeros, de mi alejamiento de la politiquería y paros de subte, del temor de los supervisores frente a mis supuestos “delirios”- creen que los voy a enjuiciar por trastornos psicológicos… Y gano un sueldo que me alcanza y sobra para mantener mi casita, ahora más cerca de la estación Bolivar. Dejé el barrio de La Boca, siempre me perturbaron los barcos…

Por más que este relato sea desesperado y desprolijo, todo esto converje en la biblioteca que estoy armando: en mis carpetas atestadas de papeles- ordenados por números y las carpetas alfabéticamente- de los veinticinco cursos, talleres y charlas sobre fenomenología, numerología, la Cabala, hechos paranormales y taquigrafía.

En todas las culturas occidentales se da el mismo patrón, se alcanza a vislumbrar,- sólo si se posee una entrega completa hacia el estudio y una atención japonesa- se alcanza a vivenciar la dicha máxima de la sincronización entre todo lo tangible del universo, las luces, el barro, los espectros y espacios entre tubo y tubo en los túneles subterraneos, los cálculos y las filosofías de las civilizaciones anteriores al nacimiento de Jesús… Al fin pude dar con el porqué de todo esto:

La Fórmula de La Luz: Sentado en esta butaca redonda de subterraneo doy por definitiva la explicación manifestando que en el intervalo de oscuridad existente entre un haz de luz A y un haz de luz B, se encierra un misterio que escapa a mi razón, mis teorias y mis libros.

Agustín Antuña

20 junio 2009

- no va a venir. ya te lo dije! no entiendo por qué te cuesta tanto aceptarlo.
- pero todavía..
- nada. no seás iluso. te digo que no hay forma de que aparezca hoy por aquí. ya hizo lo que tenía que hacer. y no vuelve más [por hoy]. punto. nadie quiere que vuelva.
- pero Uzcandilio..
- Uzcandilio siempre dice muchas cosas. ¿vos todavía le hacés caso? tiene un embrujo en como habla, sí, muy bonito. pero sabemos bien que es de ese tipo de gente que.. vos sabés dónde vive ¿no?
- claro. en el..
- sí. allá arriba. no seás tan necio. aquí no podés hablar de esas cosas. fijate!
- a mí la gente no me..
- dejate de sentimentalismos. hace mucho tiempo perdimos el derecho a la nostalgia. de-re-cho. ¿dónde creés que estás? si en algo no se equivocaba Uzcandilio era precisamente en eso. aunque, ya te dije, ese loco dice muchas cosas.
la dirección no es otra. y yo ya no te la puedo decir. eso sí, tenés que entrar por la puerta de atrás. con cuidado de no pisar las hortensias. en serio tené mucho cuidado con eso. son hortensias violetas, ¿entendés? y la luz de la luna seguro te las va a pintar medio alucinadas. nada grave. si no las ves, no hay nada que hacer. al menos no por esta vez. pero tranquilo. la vida es larga y las oportunidades vienen, aunque usualmente mal acompañadas. no sé si vas a poder abrir la puerta, empezando por ahí. es muy pesada, y puede ser que la encontrés enllavada.
- ¿pero entonces cómo..
- no te apresurés. hay cosas que no me toca a mi explicarte. obviamente no voy a saber. nunca estuve ahí. no sería tan tarado! ¿estás claro en lo que estamos hablando? y... claro que no! no estarías ni siquiera aquí si tuvieras un pelo se sensatez!
- pero es mi única salida! vos ya lo dijiste. no tiene caso seguir esperando...
- eso es verdad. pero no puedo evitar este nudo ácido que me atraganta. las palabras no quieren salir, de puro miedo. no para hablar de estas cosas.
- mirá, yo tengo que ir! es..
- vos tendrás tus razones. no me interesa saber. de todos modos nunca me volverás a ver. no volverás a ver a nadie si es que.. ¿y qué vas a hacer cuando la veás de frente? ¿ah? ¿qué le vas a decir?
- .. pues, hay mucho que..
- shhhhhhh! eso es tuyo y sólo para vos. solo una gota de un pensamiento muy oscuro te metería esas ideas en la cabeza. por dicha está el viento, que se lleva todo. ah, hacele caso cuando estés cruzando la explanada mayor. no hay otra forma de encontrar el camino. antes de llegar al río, claro. las estrellas son muchas, siempre. y dibujan muchas cosas. hay quienes se dejan guiar por ellas, y les cantan mil canciones. a mí me parecen muy engañosas. me da asco sus ganas de agradar a todos. cuidado. yo les andaría bien de lejos. pero yo no le creo nada a nadie. no me creás tampoco a mí nada...
- ¿qué pasa? ¿te vas?
- pues sí. ya no hay tengo nada más que decir. se me secó la lengua. así como arremedando a la vida, que secarse es lo único que sabe hacer. la verdad creo que entiendo por qué querés ir a.. bueno, a donde vas. yo tendré que ir a verla también, pronto. cuando llegue el momento...
me voy. ya te dije que no tiene caso seguir esperando. sería como... hm, como pedirle a la luna un abrazo.


[karlHütt]..

16 junio 2009

cansado, de que abras los ojos todas las mañanas hacia el otro lado, de que te levantes y te encierres en el baño; de que te vistas y arregles antes de desayunar; de que me tenga que ir de casa sin haberte visto, con un chau gritado desde el encierro.
cansado, de cenar silencio noche tras noche; de haber aprendido de memoria todos tus movimientos, de haber hecho lo mismo con los míos; cansado de no tener nada nuevo para decir, para hacer, para ver.
cansado, de hacerte estremecer siempre en un mismo punto, como si todo el resto de tu piel se hubiera convertido en un retazo más de sábana; de no poder hacerte temblar de ninguna otra manera.
cansado, de tus ojos vacíos de mí, de verme en ellos igual que puedo verme en una cuchara; cansado de no verte sino en ayeres.
cansado, de que me recuerdes tu ausencia día a día en tu presencia inconsistente al otro lado de la cama, zurcada por un río que se abrió sin que nos diéramos cuenta, alimentado por lo que perdemos de alegría en la lluvia, por lo que goteamos vacíos de nosotros mismos.
cansado, sí, cansado de amarte de cualquier manera, y de que vos no me ames lo suficiente como para dejarme. cansado de intentar volver a lo que ya no existe, tan cansado de esta vida que un día elegimos y nunca más nos preguntamos por ella, que me voy de este cuerpo: si alguna vez volvés a buscarme, no me encontrarás, porque yo, el yo que yo era, hoy se suicida.

Sol.