DESDE UN MATRAZ ERLENMEYER / PALABRAS QUE SON EXPERIMENTOS / ERRORES
BIEN HECHOS / EVAPORACIÓN DESCONTROLADA / MEZCLAS ATÓMICAS O NUBES /
BIENVENIDOS AL LABORATORIO DE ESCRITURA CREATIVA.


21 junio 2009

Todas las mañanas me levantaba tipo cinco, cinco y cuarto. La ducha la graduaba con calma- no vaya a ser que de muy tibia pareciera fría- pero hasta ahí, seguía atontado de sueño. El tema era cuando, ya desnudo, la lluvia caliente me mojaba entero y de un golpe todo estaba claro, empezaban a carburar las ideas.

Sigo tabajando en el subte, pero ya no tomo el colectivo desde mi casa hasta Bolivar. Menos mal, todavía me acuerdo de viajar en estado de trance, manteniendo el pensamiento de ducha, volviendo a los cálculos, en lo que ocupaba mi mente la mayor cantidad de memoria: La Fórmula de La Luz.

De lunes a viernes llegaba, me ponía el uniforme, a veces comentaba alguna tontería con algún compañero, esperaba la señal de salida, me sentaba en la cabina y ponía a andar al gusano de hierro. Hace más de siete años que los túneles negro rodean las paredes de mi pensamiento. Hace más de cinco años que puedo ver en el intervalo de oscuridad entre cada tubo fluorescente esa inconsciencia, el estado de abstracción que me insinua un espacio al cual no pertenezco, pero me ubica como espectador en retroceso. ¿Quién le va a creer al tipo que maneja, como se da manija? Empecé a informarme desde aquella primera vez que vi eso sobre agujeros negros, fuerza de gravedad y campos gravitatorios, literartura fantástica- nunca iba a imaginar que Lovecraft desplazaría casi por completo mi pasión por Chacarita los sábados a la tarde-….

Todo el primer año de mi descubrimiento lloraba entre sueños, soñaba con Dios y extraterrestres y el pandemonium en la tierra. Los cuatro jinetes empalaban con grandiosas lanzas al mismísimo Satanás…Despertaba, cinco y cuarto y la ducha, todo un año. Ya los años posteriores no me envolvía en angustias y terror sino más bien estaba poseso en mis cálculos: comencé a leer sobre probabilidad y magia negra, asistía a seminarios sobre budismo, origami y pintura renacentista.

Puede que mis pensamientos funcionen en ciclos de trescientos sesenta y cinco dias y eso vaya cambiando- todavía no tuve la oportunidad de acercarme al calendario y la cultura maya-. Este último ciclo lo dediqué de lleno a La Fórmula de la Luz a pesar de las burlas de mis compañeros, de mi alejamiento de la politiquería y paros de subte, del temor de los supervisores frente a mis supuestos “delirios”- creen que los voy a enjuiciar por trastornos psicológicos… Y gano un sueldo que me alcanza y sobra para mantener mi casita, ahora más cerca de la estación Bolivar. Dejé el barrio de La Boca, siempre me perturbaron los barcos…

Por más que este relato sea desesperado y desprolijo, todo esto converje en la biblioteca que estoy armando: en mis carpetas atestadas de papeles- ordenados por números y las carpetas alfabéticamente- de los veinticinco cursos, talleres y charlas sobre fenomenología, numerología, la Cabala, hechos paranormales y taquigrafía.

En todas las culturas occidentales se da el mismo patrón, se alcanza a vislumbrar,- sólo si se posee una entrega completa hacia el estudio y una atención japonesa- se alcanza a vivenciar la dicha máxima de la sincronización entre todo lo tangible del universo, las luces, el barro, los espectros y espacios entre tubo y tubo en los túneles subterraneos, los cálculos y las filosofías de las civilizaciones anteriores al nacimiento de Jesús… Al fin pude dar con el porqué de todo esto:

La Fórmula de La Luz: Sentado en esta butaca redonda de subterraneo doy por definitiva la explicación manifestando que en el intervalo de oscuridad existente entre un haz de luz A y un haz de luz B, se encierra un misterio que escapa a mi razón, mis teorias y mis libros.

Agustín Antuña

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