DESDE UN MATRAZ ERLENMEYER / PALABRAS QUE SON EXPERIMENTOS / ERRORES
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07 agosto 2009


El miércoles estaba a punto de llegar cuando una esquina me detuvo. Recuerdos, malditos pero hermosos. Duelen, pero solo por ser recordados.
Yo ya no soy la misma, esa que no creía en un mañana o en un nosotros. La que te hacía esperar incontables minutos ya no está. El aire tampoco es el mismo, ahora nos obliga a bufandas y soledades. Antes, el calor aceleraba corazones, agitaba la respiración. Antes el sol presenciaba caricias, besos, sonrisas.
Parece que fuera ayer, casi puedo tocarte, sentir esos abrazos que me dejaban sin aliento. Tu música, todavía suenan en mis oídos, aunque ya no me pertenezca. El vos que tanto anhelo cambió, ya no sonríe, no besa, no abraza, ya no espera...

Melanie Timpanaro

15 junio 2009


El miércoles estaba a punto de llegar cuando vi a un gato con su señora. En la esquina, parados y abrigados, estaban el gato con su señora. Él vestía un chaleco de lana verde y un pelo blanco y gris. Ella, tendida a sus pies, iba de pantalones y con un sobretodo negro.
Estaban muy cerca de una puerta, parecían dudar si tocar el timbre o no. Más él que ella, que se rascaba la nariz sin cesar. Por unos pocos segundos sentí ganas de empujarlos y ver quién estaba del otro lado de la puerta. Pero el gato reaccionó y haciéndole una seña a la mujer, avanzó unos pocos pasos y presionó con su pata gris el timbre de la puerta de la casa de la esquina.




Rocío Miño

09 junio 2009

el miércoles, estaba a punto de llegar [ya sólo le faltaban un par de cuadras] cuando se percató del asunto.. había estado distraída todo el día y no se había dado cuenta de que no.era.miércoles.
otra vez! pensó mientras se acomodaba la carterita en el costado. el brochecito del cierre estaba un poco roto y la cartera se abría de cuando en cuando, o más bien cuando le daba la gana. hace días había pensado que quería repararla. lo pensó en el subte, el día en que la gorda de fucsia casi la tira al piso. se había quedado el broche enganchado en una cinta de la enorme gabardina, y la gorda iba con taaaaanta prisa... nada grave, se sostuvo lo mejor que pudo y se quedó viendo cómo la gorda desaparecía entre la multitud. tanta gente caminando, ¿a dónde será que van con tanta prisa? y bueno, ella también llevaba prisa. todos llevan prisa en el subte. y el brochecito no ayudaba. eso de andar la cartera abierta no era bueno, y menos ahí adentro! ya era en serio hora de repararlo.. y no era la primera vez que lo había pensado. en realidad tenía siempre la mala costumbre de archivar los pensamientos en la cabeza y no revisarlos luego. se quedaban ahí llevando polvo, llenándose de telarañas, dándole de comer a las polillas, hasta que puf! salían de nuevo a molestarla. esto del brochecito la había molestado varios días antes, mientras caminaba por avenida Corrientes. nada. no iba pensando en eso. tenía que tomar el subte en la estación Malabia y todavía le faltaban varias cuadras.. de esas cuadras que parece que se repiten y se repiten y se repiten y se repiten y se r.. ¿cuántas eran? decía, ¿ya pasé tres o sólo dos? ¿cuál calle será esta? y ahí volvía a su rumiadera de sueños. iba seguro con la cabeza revuelta, lo usual, jugando con ideas de colores raros. vio pasar a un señor calvo, eso no se le olvida, y de repente se le vino otra vez el pensamiento a la cabeza. igual no hizo nada. lo volvió a archivar.. un día de estos lo arreglo, y ya.
ah.. el brochecito, el señor calvo, la línea D, los cigarrillos Next que ya se le estaban acabando y que tenía que comprar apenas pasara al kiosko.. hm, ahí por donde estaba había un kiosko donde atendía un chico re-lindo.. ¿cómo era que se llamaba? torcía los labios de medio lado, como sosteniendo la sonrisa para no dejarla escapar. ¿será que alguna vez le pregunté? porque la verdad no sé si.. huy! ¡la señora de las bufandas!! pero qué suerte! y con este frío.. lo que pasa es que si tuviera la bufanda lila con verde, esa me combinaría genial hoy, esa que me regaló Mariana, tan linda. ¿por qué salgo sin bufanda en medio del otoño? Raúl siempre me lo decía.. bueno, él se moría de frío con estas .. hey! un momento! ¿qué hacés pensando en bufandas y chicos y kioskos y árboles de mandarinas?
aunque.. en realidad ella sabía lo que hacía. si se escapaba de la realidad era porque le aburría el tedio y la tramitología de la vida cotidiana. ya de todos modos había dado todo por perdido ese día. era imposible que le diera tiempo de hacer todo lo que [tenía] que hacer. ya lo había intentado, eso de agregar minutos al tiempo, y no lo había logrado. ¿para qué? se reprochaba. si las cosas son lo que son. ¿y qué es la realidad de todas formas? ya fue! yo lo que voy a hacer es ir donde ese chico del kiosko y lo invito a tomarse una cerveza ¿por qué no? al fin y al cabo, hoy no.es.miércoles.


[karl hütt]

08 junio 2009

Reminisencia

El miércoles estaba a punto de entrar cuando mire a mí alrededor y la vi. Estaba sentada en el piso, contra la pared. No se si esperaba algo, no se si esperaba a alguien, ni cuánto tiempo, ni por qué, pero estaba ahí, ocupando un espacio en la soledad de un piso sucio y transitado. Sin duda había mucha más gente en el pasillo, pero ella tenía su propio mundo, todo gravitaba en torno a su orbita. Descubrí que ella solo estaba por que estaba. Con un morral de tela verde entre sus piernas cruzadas, el pelo suelto, la mirada perdida, una pollera larga y una remera holgada. Ella esperaba la no respuesta(si eso es posible) del destino. Decidí, sin la menor duda, como debe hacerlo un hombre, mi condena. Me dije -Heme aqui nuevamente frente a mi infierno-. No hay infierno que a lo largo de una vida, no se repita varias veces. Como hombres, por elección, por el hecho de vivir, vivimos un sinnúmero de infiernos. Mi infierno es la mujer, su esencia irrepetible, la naturaleza transgresora, la liebre libre entre los lirios y entre la hierba roja.

No es la misma, no es otra, es simplemente ella, su estar sentada en un piso sucio y transitado, su gravedad que me obliga a mirarla. Es la hija de la mujer primigenia, la hija de la madre. Esperando volver a nacer por última vez me acerqué y le dije mirándola a los ojos esmeralda.
-Hola. Hoy apareciste, y por fin te recordé

Alan Ojeda
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Subo lo del miercoles pasado.

Eclipses

El miércoles estaba a punto de entrar cuando me absorbió la duda... la duda o el miedo, todavía es algo que no puedo identificar con precisión... estaba frente a mi, la puerta enorme, pesada, de madera antigua, quizás algarrobo. Intenté empujarla... pero esa fuerza, que le adjudico a la duda o al miedo, me lo impidió.
Con el corazón me arrojé hacia ella queriendo tumbarla; contra ella reboté, contra la duda, o quizás el miedo. Sangró mi nariz, mis ojos y el resto de casi todos mis sentidos. Volví a verticalizarme sobre mis pies, un poco titubeante, pero erguido en fin. Me desesperó la impotencia, mi inmovilidad frente a lo inerte... me asustó la idea de la permanencia resignada ante la duda, o el miedo... la escupí, la insulte, retrocedí y con mas fuerza la volví a embestir, pero la puerta no se abrió, al menos no frente a mi estúpida violencia, será que la duda, o el miedo... será que son mas fuertes que toda mi violencia consentida...

...

…tuve una revelación...

Vi transcurrir al sol, de norte a sur... desde la noche hasta la noche, pasando por un día azul... vi también a la luna, emerger del mar profundo, de Este a Oeste, mojada de misterio y blancura... los vi cruzarse sobre mi... en el centro de mi cardinalidad, frente a mi frente... la luna anocheció al día del sol, fabricó un día platinado sobre su dorado... (Pensé en la decapitación de la reina).
Los esclavos y los enanos saben mucho de esto.
-eclipse, me dijeron, así se llama:

…e - clip – se...

…ocurre cuando la duda y el temor se conjugan en lo alto... resultando un no-día y una no-noche... resultando nada, silencio, soledad, misterio, impotencia... resultando un cuerpo que me pertenece parado frente a una puerta enorme, pesada, de madera antigua (que no me pertenece)... quizás de algarrobo... ocurre cada miércoles, -me dijeron los enanos-, cuando estoy a punto de entrar... y termino saliendo…

jairo fiorotto

02 junio 2009

Un miércoles Inconcluso

Era miércoles, estaba a punto de llegar cuando……….. Caí en la cuenta de que tenía que escribir sobre un miércoles inconcluso (no sé porqué). Tenía que empezar a escribir. Nunca lo había hecho. Hasta hora fui yo la que fui escrita por él.

Y mientras pasaban las ideas como en un furgón con sobrecarga, me invadió el miedo. Ni miedo escénico, ni vergüenza completa. Miedo a verlo, de nuevo. Miedo a que me escriba e inscriba en al frente: a que me siga marcando. ¿No se da cuenta que ya no puedo llevar mas marcas? Me siento mas estigmatizada que Caín. Soy un esclavo más de la escritura y de mi musa.

Si pudiera vociferar las peores calumnias, putear las peores puteadas, esta vez en vez de dedicármelas, las destinaría a la musa. ¿No se da cuenta que escribo para buscar una palabra mía, una palabra que pueda designar como propia?

Porque no hablo literatura, sino que soy hablada por ella. Porque no se inventar si no puedo inventarme a mí. Porque no creo personajes, sino que soy uno de ellos; uno que un día el morocho creó. No me dejó más escapatoria que el arte. Si alguna vez tuve dudas literarias, él me las borró. Como borro todo de mí. Vino y vio en mí una masa amorfa adolescente. Me alimentó con vino y me dejó humo y resacas. Me llenó de poesía. Y de tan orgulloso me hizo a un lado. Me pintó de amarillo y me despojó al costado. Pero me dejó una cajita hecha de retazos de pana y bolas de mimbre. Yo juego con cada una. Cada una de ellas es un alma aún más chica que la mía.

Yo le devolví odios, obsesiones: fragmentos de mi vida.

Y así, sin darnos cuenta, me convertí en su puta de castidad, en su virgen de prostíbulos: en la heroína amada de todos sus relatos. Si ustedes vieran su escritura. Dios! Que escritura.

Nunca nadie me enseñó a odiar tanto. Si pudiera lo despreciaría: lo llenaría de insultos de amor.

Y aunque me dejó a un lado, cada tanto me visita, me muestra el lado oscuro de su corazón (la cajita) y se vuelve a ir engordando rombos con la mirada, mientras yo me quedo enflaqueciendo círculos.

Desde aquél día que me creó, desde aquel día. Espero que vuelva a terminar lo que empezó: que destruya su obra, que me queme en pasión, que mate a este cuerpo que desprecia su sexo inmundo y flácido, para que me muera en él, y una vez más me vea, me invite a adorar a Dionisio, y todo vuelva a empezar…

Era miércoles, estaba a punto de llegar cuando………

Ailín McCabe

28 mayo 2009

El miércoles estaba por llegar cuando escuché que me llamaban cruzando la calle
- Murió mi tía – me dijo antes de saludarme – ayudame a cargarla
- ¿Está en tu casa?
- Si – (él vive a dos cuadras)
Le dije al pasar que iba a llegar tarde.
- Es lo mismo, ya estás llegando tarde.
- Cierto
Sobre Directorio se desbandaban las últimas personas. Casi al mismo tiempo cayeron las primeras gotas. La puerta estaba entreabierta
- Pasá – me dijo – está en el patio
El gato (Mandinga) olisqueaba el cuerpo. Cuando nos escuchó entrar vino corriendo, dejando tras sí huellas rojas en el piso.
- Mierda che ¿qué le pasó?
- No sé. Amaneció así.
La dejamos en el cordón de la vereda. Le dije que se iba a mojar y me respondió que qué le importaba si total ya se había muerto. Me había manchado las manos y parte del brazo. Pasé al baño. Cuando salí una pareja miraba el cadáver.
- Disculpe, ¿es suyo?
- No. Pero si quiere llévenselo.
- Gracias che – me dijo el hombre mientras se arrimaba al cuerpo.
Lo cargó en el hombro y se fueron caminando para el lado del Parque.

*editado 09/06
Ignacio
En la vereda anterior a la del juzgado me explotó la cabeza en una escena digna del más barato cine norteamericano(1). -¡Puta madre! -pensé- ¡Justo hoy que es miércoles y el infeliz de D’Agostino llega temprano!
Todavía un poco aturdido por el episodio y con algo de seso colgando del cuello de la camisa junté del suelo los pedazos y los guardé en el tupper en el que traía unas empanadas que previamente tiré ya que no se me ocurría por dónde iba a ingresarlas a mi organismo. Luego entré al edificio.
Efectivamente, allí estaba D’Agostino en la mesa de entrada con su habitual gesto de gastritis crónica. -¿Qué te pasa Fernández? -me dijo con un tono socarrón- Te noto una expresión un tanto ausente. -Sí, -dije- es que me acaba de explotar la cabeza, pero estoy bien. Debe ser por este clima de mierda. Ayer frío, hoy calor… Ya no se puede confiar ni en el clima.
-Es cierto, che -dijo, actuando preocupación- Tengo una prima que le pasó lo mismo pero en el pie.
-Entonces no es lo mismo, boludo. -dije exacerbado por su idiotez, y me dirigí al ascensor.
Durante el viaje de ocho pisos pensé, o mejor dicho, profeticé todas las estupideces que me dirían mis compañeros de oficina por lo que me había pasado.
A las diez, Del Pino me preguntó si me gustaba el grupo “Cabezones”.
Un rato más tarde, Palonsky, a quien le decimos “Chiquito” justamente por ser todo lo contrario, pasó detrás de mi escritorio y recitó pronunciadamente -¡No se olviden de Cabezas, eh!
Antes de la hora del almuerzo, Berardoni intentó hacer un chiste sobre una cabeza, pero le salió mal y aprovechando el silencio para reivindicarse lanzó su habitual y gastado -¡Chiquito cornudo! Y todos rieron.
Pero la sorpresa llegaría a las dos de la tarde cuando la cabeza de Cosimano explotó con un estruendo ensordecedor. Hasta que nos fuimos a las seis, fueron explotando las cabezas de todos. La de Flanagan, después la de Otero, y así hasta que nadie tenía ya la cabeza en su sitio.

La calle se veía diferente al resto de los días. Una procesión de decapitados orquestada por maxilares, cráneos y tripas multicolores desfilaba por Florida.
Al llegar a Lavalle, un linyera que aún conservaba su cabeza, merendaba y reía a carcajadas expulsando de su boca pequeños fragmentos de medialunas empapadas de saliva y vino tinto de tetrabrik.


Juan Pablo Bidegain



(1) En la versión original dice: “del más pochoclero y barato cine norteamericano”. Sin entender bien por qué, seguí el consejo de Martín Kohan y eliminé el adjetivo “pochoclero”.