DESDE UN MATRAZ ERLENMEYER / PALABRAS QUE SON EXPERIMENTOS / ERRORES
BIEN HECHOS / EVAPORACIÓN DESCONTROLADA / MEZCLAS ATÓMICAS O NUBES /
BIENVENIDOS AL LABORATORIO DE ESCRITURA CREATIVA.


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09 julio 2009

21 grados sin dicotomias

21 grados, el parque improvisado en la estacion de ferrocarriles estaba sucio, como siempre; a veces no entiendo cuánto puede costar tirar un papel en un cesto de basura!. Me senté en uno de los bancos de madera, blaco y cómodo, como todos los bancos de madera públicos, dejé la mochila a un costado y me dediqué a esperar... los fresnos me hicieron companía todo el tiempo que los detesté, un gato gris supo treparse a uno de ellos y me interrumpió el sol que, gigante y naranja, se posaba previsiblemente sobre el oeste, sobre los techos oxidados del barrio... con los ojos amarillos parecía miarme, pero a diferencia del gato de Alicia, éste no me sonrió, sólo se quedó parado como digno felino real, tampoco desapareció ni se hizo invisible; se quedó sentado en la rama desnuda y marron que el otoño, carente de amor, pudo obsequiar al paisaje... y eramos cinco ya: el arbol, el gato, el banco, el sol y yo...

...esperaba...

tampoco del árbol salieron palabaras, ni ninguna misteriosa Alejandra se asomó por el sol, tampoco el Sol se oculto con demasiada poesia... el gato salto de la rama 19 al suelo, apoyó sus dos patas delanteras, despues las dos traseras y se fue corriendo por la vereda que ya empezaba a teñirse del color del sol. Del árbol no cayó lento ninguna hoja romántica deslizandose suave sobre el viento, ni tampoco sacó sus pies de la tierra el árbol, como revelándose a su naturaleza, mas bien se quedó como buen árbol obediente que es, y yo, como gran estúpido, lo miraba estar, sentado en el banco blanco de madera.
Desapareció el gato en el horizonte, igual que el Sol tras los techos bajos del oeste. Mi espera se hizo noche, y la babélica borgeana no se hizo presente, ni la satira barcelona, ni la quejumbrosa melodia del violin de Becho... pasan dos personas de la mano por la vereda y me saludan (costumbre en la ciudad), devuelvo el saludo y me pregunto quién será - aca te saludan todos, pensé. Me paro, coloco la mochila a mis espaldas, elevo el maxilar hacia la neonata curz del sur y me encamino rumbo sur por la malhecha vereda de cemento, por la misma que huyó el gato... dicen que tambien desaparecí en el horizonte. Después de todo, todo es cuestion de dónde lo mires...

-muchas veces me pregunto por qué siempre deseé cosas que a la cotidianidad excede-

//para cuando la inspiracion inspira... un lado, dos lados... un lado bipartito y sin dicotomías.

jairo fiorotto

01 julio 2009

Dijeron que existía
y yo solo lo acepte,
sin más preguntas.

Juraron que aparecía.
Nadie sabia como ni cuando,
pero que llegaba.

Comentaron sobre mariposas,
deseo, locura
y sobre todo pasión.

Mintieron.


Melanie Timpanaro

26 junio 2009

Es más que eso- le dijo y salió a la calle. Subió al colectivo e inquirió al chofer. No, seguramente es más que eso-volvió a decir.
Tomó asiento junto a la ventana y en un semáforo, se lo dijo a un malabarista. No, no, todavía más que eso.
Bajó del colectivo cerca de un parque. Caminó junto a las palomas y pensó que quizá en algún otro sistema sí sepan o puedan decirlo. Pensó cómo sería vivir en un mundo, en un lenguaje en el que se pueda describir jus-ta-men-te-eso, en el que los adjetivos y adverbios y sustantivos no sean tan chicos, ni cursis ni poco conocidos. Pero su pensamiento también estaba delimitado, estaba hablado, escrito. Quiso deshacerse del lenguaje, de todo lenguaje conocido: para aquello, era más que obvio que podía prescindirse de cualquier sistema. De todas maneras, su incesante mente moldeada quiso crear una palabra nueva para poder llamarlo; mas su cerebro estaba muy acostumbrado al ruidoso español y no lo logró. Además, debía ser esa exacta perfecta tallada pulida palabra.
Una madre con su hijo se sentó a su lado. ¿Podrías decirme…?. Ella le dio un discurso inútil, el niño se quedó mirando perplejo desde una pequeña altura y no articuló palabra. Tampoco esto, pensó.
Las muchachas que se fotografiaban en el pasto, al sol, rieron ante la pregunta. Luego parecían preocupadas por su angustia, por su porte melancólico y extraño. ¿Ustedes serían capaces de poder dibujármelo, aunque sea? No, claro…
El paseador de perros, el pochoclero, la viejecita que alimenta a los gatos…todos le contaban anécdotas o decían “es como cuando…”, pero no eran contundentes con sus respuestas.
Con la noche en los párpados, comenzó a caminar rumbo a su casa. Estuvo a punto de preguntarle a alguien más, pero la resignación fue más fuerte.
¡Qué andar angustiado!- le dijo una vecina en el umbral de su edificio.
¡Es que nadie me lo puede contar!- le contestó, con bastante angustia.
Subió las escaleras, y entró en su departamento. En el contestador automático, unas pocas respuestas de sus amigos más allegados. (Había grabado su duda ahí, en un intento de agotar todas las salidas.)
Qué pena que nadie lo sepa- dijo, a solas.
Qué pena que sea algo tan nuestro que no alcancemos a descifrarlo. Qué pena que esté tan cerca que no podamos obtener una panorámica de él. Qué pena que sea su propio significado, su descripción y su efecto- escribió en un papel.
Se desplomó en el sillón. Rápidamente, el sueño invadió su cuerpo. Se soñó en el desierto, de noche, junto a un avión de algún viajero desafortunado.

Rocío

25 junio 2009

¿EH?

Unos años de novios trabajando, juntando plata para comprar los muebles. Pedirle un blanqueo al jefe para poder sacar el crédito para comprar la casa. El casamiento. El civil. La libreta. La iglesia. La fiesta, la torta, el carnaval carioca. La luna de miel, all inclusive, vuelta a casa,
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Trabajar unas horas, estudiar otras tantas, volver a la noche, cansados, a casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.
Cenar algo hecho rapidito mirando algo livianito en la tele. Tener sexo.
-El ciclo se repite 5 días a la semana. Bueno, lo del sexo no.
El viernes, cena con amigos, delivery chino.
El sábado, cine, restorán chino.
El domingo, pastas frescas, partido, día aburrido, Fútbol de primera.
El lunes, unas horas de trabajo, otras de estudio, volver a la noche, cansados, a casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Un hijo, teta, leche, mamadera, pañales, largas horas sin dormir. Cochecito, sillita, hamaquita, cunita, todo con “ita”. Guardería, jardín, primaria, útiles. Liberar el tercer ambiente para hacerle al niño un lugar en la casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Los cuarenta, otro hijo, y el mismo ciclo. Por suerte es varón, pueden dormir juntos en el mismo cuarto. De la casa, claro.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

La nena. Llegó la nena. ¿Dónde va a dormir la nena? Pedir un préstamo para construir una piecita en la terraza y así agrandar la casa.
-Nuestra casa. ¿Nuestra casa? Bueno, del banco.

Los chicos crecen, estudian, trabajan, se casan, se cansan, y escriben su propia página como si de un canon se tratara. Tenemos la casa otra vez para nosotros dos solos.
-Nuestra casa. Ahora sí. Es nuestra.

La jubilación, los viajes que hubiésemos aprovechado mejor siendo jóvenes. Ya ni sexo, ni cine, ni estudio, ni trabajo, ni restorán chino. Fútbol sí. Fútbol de primera, la tele, y algo livianito también para comer.

Se muere uno, después el otro.
Otra vez en casa.
¿Amor?


Juan Pablo Bidegain

24 junio 2009

Tan solos.

Amor, Revolución. No podría pensar al amor como otra cosa que revolución. Ese acto subversivo de la naturaleza humana, donde la superposición y el traspaso nos llevan a otro cuerpo, a otro corazón. Un acto donde se inventa un idioma, donde mueren los significados conocidos, y nace un lenguaje paralelo, incomprensible para los que no aman. Ese acto que nos hace menos humanos, menos racionales y más algo, donde incorporamos el vos, o el tu, y matamos el “yo” por un segundo o dos para revivirlo de melancolía recordando al otro, dos pasos más lejos.
Esa revolución que es el amor y esas guerras que son el amar, sin fusiles y sin bombas, esa guerra muda, de miradas y de gestos, que nadie quiere ganar. Amamos porque estamos solos, amando pero solos, muriendo pero solos. Amamos para soñar un rato, para sumergirnos en una locura que dura lo que dura el amor, hasta que llega otro.
El amar nos satisface, el ser amado nos complementa, nos borra del absurdo mientras dura el amor. Después volvemos a la guerra de todos contra todos, donde buscamos ese enemigo ficticio en el cual morir, traspasar nuestra existencia unos segundos, superponer motivos y volar.
Se ama por segundos por horas o días, pero no a lo eterno. La costumbre no es amor. Los amantes no se acostumbran a amar, por eso, viven amando. Amamos porque la muerte y luego nada, pero antes todo. También porque nos gusta la sangre y el ruido de un corazón que no es el nuestro.
Amar y no ser amado no es una maldición, solo un hecho. Lo absurdo es un hecho, la muerte es un hecho. Cuando y antes de que todo este hecho, nadie sabe para qué, pero hecho, lo que nos queda por hacer es amar. El momento de hacer algo incomprensible es cualquier momento, al fin y al cabo nadie comprende.
Todo termina para volver a empezar cuando se levanta la persiana y entra el sol, cuando se toma el colectivo, cuando luego del sexo quedan las sabanas deshechas, justamente, para volver a hacer. Todo termina para volver a empezar cuando un beso en la mejilla despide a una persona para saludar a otra, mientras se dice en voz baja “nos volveremos a ver”.

Alan Ojeda