DESDE UN MATRAZ ERLENMEYER / PALABRAS QUE SON EXPERIMENTOS / ERRORES
BIEN HECHOS / EVAPORACIÓN DESCONTROLADA / MEZCLAS ATÓMICAS O NUBES /
BIENVENIDOS AL LABORATORIO DE ESCRITURA CREATIVA.


Mostrando entradas con la etiqueta Por eso escribí. Por eso escribo.. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Por eso escribí. Por eso escribo.. Mostrar todas las entradas

28 mayo 2009

Ejercicio 1

Salimos de clase. En la calle, bandadas de personas con barbijos se lanzan sobre las vidrieras, ingresan a los supermercados, y extraen la comida necesaria. La peste ha llegado, me dice un compañero con acento extraño mientras me toca el hombro. Presumo que la enfermedad me la transmite con su contacto. Me muevo con violencia; escapo tapándome la boca con mi mano sucia; mi mano quizá enferma, mi mano sumergida en el viento que trae al asesino, a ese verdugo del que desconozco el nombre, como cualquier soldado que me hubiese disparado en el frente de batalla sin considerar mi rostro. Llego a una leve calle empedrada. Las piedras no mueren. Rompo la entrada de vidrio de un cyber; el sonido de la alarma se enreda con el de las ambulancias de vehículos que rastrean incendios. En la pantalla de la computadora aparece el mapa con el seguimiento del virus: En rojo titilan los lugares enfermos, el planeta se torna escarlata como una figuración del anciano que se encerró en su departamento recitando oraciones al lejano cadáver de Lenin. Una cucaracha se acerca a mi zapato; si tuviera el insecticida se lo rociaría hasta que ella diera vueltas sobre sí misma como muchos de los enfermos que caen en las aceras; en casa cada vez resistían más el veneno, corrían un tanto y luego se ponían patas arriba moviéndose como los bebés apostados en una cuna: Cucarachas que despertarán de la muerte convertidas en hombres. Casi todos los países son rojos, el plantea es rojo, la tierra es marciana. Salgo a la calle, me siento en una vereda, estornudo, el asesino tiene un nombre: AH1N1 o la peste de un cerdo famélico. Estornudo y por eso escribo.

Andrés Felipe Escovar

26 mayo 2009

-Todavía no murió.

-¿No? ¿y qué haces llorándolo?

-Pero yo pienso que sí murió. Estoy más relajado de ese modo. Puedo llorar. Antes, no me convencía ningún argumento.

-¿Necesitás argumentos?

-No, por eso escribo






Rocío

25 mayo 2009

todo sería más sencillo si supiera a ciencia cierta qué es lo que siento por vos.
creo que es eso que tenés en los ojos.
sí. eso debe ser. si no, ¿qué más?
no sé.. me estorba.
me estorba cuando me volvés a ver.
me estorba porque me gusta. y no entiendo por qué...
no me gusta no entender...
¿a quién le puede gustar eso?
me estorba porque, cuando te siento mirándome,
sí, eso que siento desde las tripas, me gusta...

¿y qué hago yo con eso?
¿qué puedo hacer?
no. no me digás nada. vos no sabés...
¿yo? no. yo tampoco sé nada.
¿y qué voy a saber yo?
no me preguntés de sentimientos,
todavía no he conocido uno que se deje entender...

y mientras tanto
me paso los minutos esperando...
esperando esa sutil mirada.
sí, igual me estorba, pero la quiero.
la quiero sentir y revolcarme en ese escalofrío...
hasta tener que quitar yo la mirada,
no vaya a ser que te diga más de lo que debo decir.
no vaya a ser que te des cuenta de más cosas de las que debés saber...
digo, algo así no puede pasar...

decime, ¿cómo hago?
hay tanto que te quiero decir!
me encantaría pensar que ya lo sabés...
que ya te diste cuenta cuando no te lo dije.
por eso prefiero quitar la mirada,
por eso prefiero no decirte nada,
por eso me ahogo en mi silencio,
por eso escribo...

karl hütt

La magia no vuelve, y yo tampoco. No puedo volver si nunca fui; o mejor dicho, si no soy. Y ahora entiendo, que siempre intenté darme existencia en las manos a través de mis ojos. Irrisorio plan, inocente mi inconciencia. Pero vistas así las cosas hoy, no puedo decir 'mío' ni 'ayer' ni 'nunca'. Ni siquiera puedo nada.
...
El precipicio es notablemente atrayente, como arrojar algo al mar y saber que no regresará hacia nosotros. Busco dónde guardo la potencia, que ya di por perdida. Sólo quiero despojarme de ese olor a cables quemados. ¿Para qué seguir cargando con algo que no cumple su función?
...
Regreso hacia mí, leo este espejo. Sí, yo, siempre yo, siempre ajena; pero siempre. Por eso lo hice, para dejarme a mí misma un rastro de ese 'quién' por el que todos nos preguntamos. Y por lo mismo insisto hoy. Para hacerme y saberme; por eso escribí, escribo, e infinitamente escribiré.
Sol.

22 mayo 2009

Carta

Debido a que sobran las palabras, pero falta la voz, decidí esto. No es que me falte valor, simplemente me falta la voz. El sonido corta la soledad, quiero que me entiendas en silencio, nada más.
El sonido, la voz, tu voz o la mía, le quitarían valor a las palabras, ya que solo vivirían si las escuchas y mientras dure el eco, y si lo lees en voz alta, perderá intimidad, porque ya no hablarás solo conmigo, será también el eco de mi voz en tu boca, que algún día morirá y será del polvo. Porque no hay nada más intimo que la voz que hace eco en el silencio del corazón del que lee. Por eso te escribí.
Para saciar esas ganas de liberación, aquellas que se encuentran bloqueadas entre las densas paredes de esa constante sensación, ¿será quizás que no quise? ¿será quizás el miedo? Sí, el miedo de saltarlas y econtrar el vacío, un horizonte infinito al que jamás llegaré, o quizás el miedo de escuchar esa voz, esa voz intolerante, aburrida, autoritaria, esa que te apunta con el dedo y te dice "vos debes, vos tenés, vos no podés". Esa que con solo exhala una primera silaba rompe con todos los esquemas, auqellos que realiza mi mente día a día, que imagina, imagina y vuelve a imaginar, que los recorre detalle por detalle, deseándolos, deseándolos febrilmente, pero que luego se detienen como un estallido, de golpe, y esa voz vuelve a aparecer, y me frustro, las densas paredes están ahí, nunca se fueron, ¿Por que no quise? Ella vuelve a aparecer, ¿Por que no quise? Y me hace dudar, y por ella no salto y quedo allí... inmóvil, pensando, por eso escribo.
Melanie Timpanaro

21 mayo 2009

VIEJO

Al viejo lo maté por el alquiler.
Me volvió loco su plan de muerte a cuentagotas.
Me enfermaba verlo por las noches, insomne en su balcón esperando pasivamente su deceso.

Porque es preciso desafiar a la muerte, tanto como inexorable es la culpa, escribo esta carta que leerá, Sr. Juez, seguramente después que los vampiros me encuentren levitando entre los cables.
Por eso vuelo, Sr. Juez. Por eso grito. Por eso escribo.


Juan Pablo Bidegain