Es eso,
que genera una mirada, un susurro o un simple roce.
Es eso,
la absurda necesidad de apreciar su piel perfecta, de una suavidad intensa sobre la mía.
Es eso,
audacia de sentir y actuar sin pensarlo dos veces, ni una.
Es eso,
estremecerme con sus pechos firmes, dignos de una adolescencia plena, sobre mi torso desnudo, en el cual los años ya han marcado sus pasos.
Es eso,
su dualidad. De niña tierna, que me invita a las caricias eternas, que recorren uno a uno todos los rincones de su misterio, misterio que florece día a día. A mujer firme, amante febril que me guía a la locura de una exitación permanente.
Es eso,
perderme en la dulzura de su sexo sin pudor.
Es eso,
una aventura que no tiene más futuro que un amor no adecuado en los límites de una cama, que arde de placer.
Melanie Timpanaro
Hace 4 años
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