El detective Aguirre cerró la puerta de la habitación principal del octavo piso, donde la escena del crimen permanecía aún fresca. Referirse a la escena como “del crimen” es sólo un decir, pues en este acto eran dos los cadáveres y dos los asesinos.
De los cuerpos y los cuchillos brotaba sangre aún y el subinspector Lubat intentaba trazar siluetas de tiza blanca alrededor, sobre un piso plastificado que se resistía a ser profanado.
-¡Puf! Acá empieza a haber olor a purgatorio. -dijo Aguirre que se disponía a abrir la ventana que daba a Rivadavia.
Encendió un cigarro y dijo, -Bueno… Estos se mataron entre ellos. Ya está.
Esperaba algún tipo de respuesta de parte del subinspector, pero este lo ignoró y continuó con su difícil tarea artística.
El detective estaba aburrido y empezaba a ponerse inquieto cuando irrumpió en el cuarto el Cabo Flores que traía el informe de antecedentes de los sujetos. -¿A ver? Deme eso, Cabo. -dijo Aguirre mordiendo el pucho con los labios y quitándole de las manos el informe.
El detective leyó en voz alta, -Muñoz, Tamym Maulén. Chileno. 32 años. Tez morena, bla, bla, bla…
Interrumpió la lectura y se dirigió a Flores, -¡Tsss! Estos chilenos. Mire el nombre que le pusieron.
Flores le devolvió una sonrisa híbrida.
-Bueno, -prosiguió el detective- tiene que ser este. -dijo señalando uno de los cadáveres- Sí. Acá dice que tiene tez morena y este es morochito. Y el de la esquina azul es -imitó la voz de un presentador de boxeo y leyó- Orta, Augusto. Argentino. 29 años, bla, bla, bla… ¡Okey! -dijo mientras cerraba la delgada carpeta- ¿Ya está, Lubat?
-Sí. -dijo el subinspector incorporándose.
-Bueno. Vamos entonces. -dijo Aguirre- Vos también, Flores, que te necesito en la comi. Ahora viene lo difícil. Tenemos que averiguar por qué se acuchillaron. ¿Dice en el informe si se conocían y de dónde? -preguntó a Flores.
Flores abrió el informe, lo leyó entre líneas y contestó, -No, detective. No dice nada.
Los tres hombres salieron de la habitación, y el detective, dirigiéndose al personal de la morgue, que conversaba sobre fútbol en el living del departamento, dijo, -¡Ya pueden pasar, muchachos!
Juan Pablo Bidegain
Hace 4 años
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